Editorial

Fragilidad de la recuperación

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El Banco Central informó ayer que el Indicador Mensual de Actividad Económica (Imacec) registró un crecimiento de 2,9% durante octubre, comparado con igual período de 2016.

Determinante en este resultado, que se ubicó levemente por debajo de las expectativas -que apuntaban a un 3%-, fue el comportamiento de la minería. Coherente con lo informado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la actividad de este sector se expandió 11,1% en el citado mes, confirmando que se trata de un área que habría iniciado la etapa de recuperación.

Lo complejo es que esta fase estaría coincidiendo con la debilidad que aún exhiben otros rubros relevantes de la economía, como es el caso de la industria y el comercio -de hecho, el Imacec no minero sólo mejoró en 2,2% en octubre-, en circunstancias que la inversión sumará cuatro años de caída en 2017.

Esto último se une a la propia estimación que hizo el instituto emisor para el crecimiento de este año, que lo ubicó en 1,4%, lo más bajo para Chile desde 2009, un período marcado por la crisis internacional y en cuyo contexto el Producto Interno Bruto (PIB) acusó una caída de 1%.

Para 2018 la expectativa oficial aún contempla una expansión del PIB del orden de 3% y, aunque ningún actor económico pareciera poner ello en duda, existen aprensiones entre esos mismos agentes sobre las capacidades para aspirar a cifras más altas en el mediano y largo plazo y, de esa manera, avanzar hacia un mayor estado de desarrollo.

Dado el ambiente electoral predominante en el país, es vital que los candidatos presidenciales perseveren en su agenda pro crecimiento y que no escatimen -cualquiera sea el caso- energías para ponerlas en práctica una vez que lleguen a La Moneda.

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