Editorial

¿Hasta dónde pretende llegar Maduro?

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Los analistas de la política internacional podrían haber cometido un serio error de cálculo al subestimar la mano que tenía Nicolás Maduro para jugarse con su Asamblea Constituyente.

El presidente venezolano ha demostrado que ya no requiere el apoyo real de las bases sociales para sostener su radicalización, y que le bastaba un triunfo nominal en la votación del domingo para seguir aferrado al poder, sin importar los mayoritarios cuestionamientos al proceso en la oposición y en la comunidad internacional.

Lo más relevante de la elección es que el mandatario ha demostrado que solo requiere una mera apariencia de legitimidad y que con casi 120 muertos en poco más de tres meses de protestas no tiene intenciones de aflojar.

La Asamblea Constituyente deja ahora dos preguntas clave. La primera es qué tan lejos estará dispuesto ahora Maduro a llegar con el aval de la última votación. Aunque es difícil saberlo, la respuesta llegará pronto, cuando la entidad se constituya en las próximas horas en el mismo recinto donde ahora sesiona el congreso elegido democráticamente.

La segunda pregunta es cuánto tiempo más podrá resistir la oposición, que ya está sintiendo el desgaste de enfrentar a un adversario que no está interesado en las consecuencias de sus acciones.

Entre los movimientos que están saliendo todos los días a las calles a enfrentarse con la represión se advierten dos corrientes. Una que está comenzando a tambalear, sintiendo la futilidad de su sacrificio, y otra que está por radicalizarse, en la que ya se escuchan llamados a crear guerrillas urbanas y confrontar militarmente al gobierno.

Es de esperar que al final termine por imponerse el sentido común.

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