Editorial

Hidrógeno verde y voluntad política

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n entrevista con este diario, el presidente de la comunidad empresarial Club de Innovación describió en forma elocuente las posibilidades que tiene nuestro país de convertirse en líder en generación e incluso exportación de hidrógeno verde, en el horizonte de una década. Se trata, efectivamente, de un terreno en el que Chile tiene ventajas comparativas naturales de importancia para producir este combustible limpio a menores costos, usando energías renovables como la solar o la eólica.

De crearse un mercado para este combustible, que no hoy no existe, el hidrógeno verde permitiría descarbonizar una parte relevante de la matriz energética, ayudando a que Chile cumpla sus compromisos de reducción de emisiones a 2030. Asimismo, en un escenario optimista, pero eventualmente posible, podría ser un factor importante en la necesaria reactivación de la economía nacional a mediano y largo plazo, con un aporte significativo a la generación de empleos.

No es difícil imaginar cómo las trabas a una estrategia decidida en este ámbito, en caso de que sea rentable, pueden desde ya preverse más numerosas y rígidas en la dimensión política que en la propiamente técnica. En efecto, iniciativas de desarrollo como ésta suponen necesariamente no sólo una visión de largo aliento desde el Estado —actor clave en cualquier estrategia energética, en alianza con el sector privado—, sino la voluntad y la capacidad de impulsarlas a través de sucesivos mandatos y ciclos políticos, con sus respectivos e imprevisibles avatares.

Este tipo de visión de largo plazo en materia de desarrollo, y la capacidad de consensos políticos que la hacen posible, no han sido fortalezas de Chile en época reciente, y prueba de ello es nuestro relativo atraso en materias en que deberíamos poder mostrar más avances, desde infraestructura estratégica a educación para el siglo XXI. El hidrógeno verde podría ser un proyecto de futuro que ayude a romper inercias que frenan nuestro progreso.

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