Editorial

Información Educacional: Un Bien Público

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Hay un ámbito que ha quedado bastante fuera del debate educacional en el país, y este es la importancia y rol que tiene la información, específicamente la de las evaluaciones estandarizadas.

En Chile, a pesar que cada año contamos con más y mejor información -y mejores tecnologías para comunicarla-, su difusión se ha ido limitando. Lo que entorpece la toma de decisiones de las familias y demás actores involucrados y por lo tanto dificulta el proceso de mejora que todos buscamos. Existe abundante evidencia de que la disponibilidad de este tipo de información en el ámbito educacional, no sólo mejora la toma de decisiones, sino además tiene efectos positivos en los resultados de los estudiantes(1). Es grave lo que ha pasado con los resultados de las pruebas SIMCE y PSU, donde cada vez más se aprecia, incluso con glosas presupuestarias de por medio, un afán gubernamental de que los resultados solo puedan fácilmente accederse a nivel agregado.

¿Pero por qué? Resulta que hay quienes están en contra de difundir los resultados de estas pruebas porque consideran que llevaría a las personas a juzgar la calidad de los establecimientos sobre la base de este único criterio -el puntaje-, lo que incitara a una visión errónea de la realidad y a malas decisiones. Adicionalmente, como las diferencias en los resultados de los colegios en las evaluaciones estandarizadas están en parte explicadas por las características socioeconómicas de sus alumnos, simplemente se debiera evitar usar estos indicadores.

Ambos argumentos suponen que los padres y apoderados son simplemente incapaces de contextualizar e interpretar la información entregada por este tipo de evaluaciones, por lo que sería mejor ocultárselas. A este silencioso ocultamiento de la información subyace una profunda desconfianza en los padres.

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