La hora de las convicciones

n círculos políticos se ha instalado la sensación de que el relativo retroceso en la aprobación del Presidente Piñera en las encuestas —respecto del alto respaldo con el que llegó a La Moneda— es a la vez síntoma y causa de cierto debilitamiento de la actual administración.

Es evidente que la popularidad es un elemento importante del liderazgo presidencial —y de su eficacia política—, pero en especial un gobierno que sólo lleva cinco meses en el poder deber tener presente que el verdadero barómetro de apoyo no son las encuestas semanales, sino la contundente votación que obtuvo en las urnas, superior a las proyecciones más optimistas. De ahí proceden el empuje y la legitimidad de un programa que, en este caso, se validó en buena parte por su nítido contraste —en contenidos, en énfasis y en modos de hacer— con el proyecto político del Ejecutivo anterior y su candidato. Es la hora de llevarlo adelante con firmeza y convicción, mostrando disposición al diálogo y a alcanzar acuerdos, pero sin indecisiones ni cálculos tácticos por conveniencia.

El contexto actual —de desmejorada situación fiscal y de polarización en el Poder Legslativo— exige una particular claridad respecto del sello político que caracterizará al gobierno y de la agenda de reformas que impulsará. Pese a las positivas señales de reactivación económica en los úlrimos meses, existe inquietud en el sector empresarial por temas como el postergado inicio de los procesos de obras públicas importantes, la lenta instalación en sus cargos de muchas autoridades y el poco dinamismo del empleo, entre otros. Algunos analistas temen que este conjunto de variables haga que el Ejecutivo "peque de poca ambición", lo que sería especialmente grave estando ad portas de discusiones tan claves como el salario mínimo, la Ley de Pesupuesto 2019 y la reforma tributaria, por mencionar algunos.

No es momento de fijarse en la encuestas, sino de recordar el mandato de los electores y las muchas necesidades del país.