Editorial

La hora de los ciudadanos

  • T+
  • T-

Compartir

Imagen foto_00000002

a democracia es un complejo -y delicado- conjunto de instituciones. Requiere leyes legítimas, partidos políticos, equilibrio de poderes, organismos autónomos, sociedad civil, etc. A veces se pierde de vista el duro y largo camino recorrido para construir algo digno de llamarse una sociedad democrática.

Pero el momento democrático por antonomasia, las elecciones, les pertenece a las personas -sencillas y corrientes, sin “apellidos”-, que en su calidad de ciudadanos de una democracia le dan sentido, y hacen valer, el sistema de gobierno que han elegido libremente.

Imagen foto_00000001

Este fin de semana se juegan cosas importantes para nuestro país. Por un lado, quiénes serán nuestros alcaldes, gobernadores y concejales; por otro, quiénes serán parte de la convención que escriba una nueva Constitución para nuestra república. Será un hito de nuestra vida pública, no cabe duda. Pero primero tendrá que ser un momento (millones de momentos) profundamente privado e íntimo, cuando cada ciudadano le dé sentido en la urna a esa democracia en la cual participa y en la cual confía.

Para que ese voto realmente cumpla su objetivo y sirva para fortalecer a la democracia, lo ideal es que refleje una decisión informada, reflexionada y comprometida; de lo contrario será un gesto mecánico que servirá para alimentar el cinismo y la apatía que muchos lamentan, con razón. Quienes participan desinformando y manipulando -pero también quienes a menudo aceptan pasivamente que los desinformen y manipulen- no sólo empobrecen el proceso democrático, sino que finalmente traicionan sus propósitos.

La frustración y descontento que muchos chilenos sienten en la actualidad tiene menos que ver con ningún “modelo” que con la forma en que se saben gobernados, viendo problemas que se eternizan, promesas que no se cumplen, desafíos que se ignoran y oportunidades que se desaprovechan. Todo lo cual antecede con creces la crisis desatada por la pandemia.

El voto no es la panacea, pero es -probadamente- el mejor camino hacia adelante. No lo usemos a la ligera.

Lo más leído