Editorial

La nueva cultura volcánica

Hernán de Solminihac Investigador ClapesUC Ex ministro de Minería

  • T+
  • T-

Compartir

Hernán de Solminihac

En 2010 Chile contaba con tan sólo ocho volcanes monitoreados, de un total de 95 priorizados como riesgosos por su historia eruptiva y cercanía a la población. Esto a pesar de ser un país volcánico en toda su extensión. El despertar del volcán Chaitén en 2009 desnudó lo poco preparado que estaba el territorio y la población para hacer frente a este tipo de emergencias.

La seguridad de las personas aledañas a las zonas volcánicas se transformó entonces en una prioridad, que requirió una mirada de largo plazo y la participación de todos los habitantes. También en una oportunidad de reimpulsar la investigación y tecnología en este campo.

Cumpliendo con la necesidad de una nueva cultura volcánica, el país pasó de ocho a 43 macizos monitoreados en línea a febrero del año 2014, lo que representó una cobertura de un 45% del total de volcanes priorizados según la peligrosidad y actividad, además de la ubicación y riesgo para la población.

Hoy las erupciones volcánicas son procesos que, en la mayoría de los casos, se anuncian con alguna anticipación, gracias a la modernización de la red de monitoreo, que también llegó al Observatorio Volcanológico de los Andes del Sur, ubicado en Temuco. El centro de investigación operaba en un lugar pequeño, pero ahora cuenta con un edificio más grande y moderno para recibir y procesar la información, transformándolo en un observatorio de clase mundial, en uno de los más amplios en cuanto a número de volcanes vigilados.

Al esfuerzo realizado durante este período, la población cuenta hoy con vigilancia en línea de sus principales volcanes, que ayuda a detectar potenciales riesgos y crear mejores sistemas de alerta, más eficientes y oportunos ante eventuales emergencias volcánicas. Los nuevos equipos permiten mediciones a distancia las 24 horas todos los dias del año, en forma remota y en tiempo real, de las señales de gases, sismos y magma, entre otros; ademas, de las imágenes en línea. Informacion que son analizadas por los técnicos y que pueden ser observadas por la población en la web de Sernageomin (www.sernageomin.cl).

Asimismo, se probaron nuevas tecnologías para complementar y apoyar el trabajo de los geólogos del Sernageomin. Las demostraciones pioneras de aviones no tripulados en 2012 para monitorear los cráteres de los volcanes activos, mediante cámaras equipadas que transmitían imágenes en tiempo real, derivó en el actual plan de uso de drones para reforzar la red de vigilancia.

En esta etapa de modernización, se lideró además la elaboración de mapas para prevenir los efectos volcánicos y geológicos en el territorio nacional. Estas cartas, distribuidas a las autoridades nacionales y regionales, son de extraordinaria utilidad para ver las áreas de influencia que puede producir una erupción. En el caso de Copahue, por ejemplo, se pudo establecer exactamente la cantidad de gente que había que evacuar, lo que facilitó las operaciones de emergencia. Un esfuerzo adicional fue la firma de un convenio con las autoridades de Argentina para instalar instrumentos de medición en el volcán Copahue para tener información más completa de dicho volcán.

La actividad reciente del volcán Calbuco en la Región de Los Lagos, no sólo demuestra la gran influencia que tiene la actividad eruptiva sobre la población, sino que además deja en evidencia la importancia que tiene el trabajo desarrollado en el sistema de monitoreo. Hoy los especialistas pueden entregar información en tiempo real a la comunidad y evaluar posibles planes de contingencia.

Si bien no existe un sistema "omnipresente", hoy tenemos una nueva cultura volcánica, con una red de vigilancia profesional y tecnológica las 24 horas del día, que comprende parte importante de la información que arroja la actividad de un volcán y sus potenciales riesgos, lo que aumenta la seguridad de la población.

Lo más leído