Editorial

La promesa urbana del tren a Melipilla

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n 2025, según anuncio presidencial, debiera estar operativa la línea de tren que une a Santiago con Malloco y Melipilla, integrada al Metro, un proyecto de la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE) que movilizará a 60 millones de pasajeros al año. Se trata de la mayor inversión de EFE en décadas (US$ 1.560 millones) y, cuando entre en funcionamiento, será su servicio más masivo, por delante del Metro de Valparaíso o el Metrotren a Nos. De hecho, supondrá que la estatal duplique los pasajeros anuales que moviliza actualmente.

El nuevo tren reflejará lo que el gobierno espera sea un nuevo estándar en materia de transporte público que no sólo se aplique al sistema capitalino del ex Transantiago y el Metro, sino que también contemple las líneas a cargo de EFE en regiones, por ejemplo, en Concepción, Valparaíso o Temuco. Esto busca priorizar los trenes de cercanía, dijo la ministra de Transportes, “pues resuelven muchos viajes para las personas en sus entornos urbanos”.

Proyectos como éste parecen tener una clara rentabilidad social. La integración vial eficiente —no dependiente del automóvil y a un costo accesible— de las localidades cercanas a Santiago es un innegable imperativo de desarrollo urbanístico, sobre todo de cara a los cambios de diversa índole que están asociados a la modernidad en transporte, trabajo, consumo, esparcimiento, etc. Es de esperar que el tren a Melipilla sea un aporte a la calidad de vida de los millones de usuarios que ansían su llegada.

Sin duda la reacción de los habitantes de Malloco y Melipilla ha sido de alegría, con reiteradas menciones a que por fin han dejado de ser “el patio trasero” de la capital. Dicho esto, precisamente la experiencia del transporte santiaguino obliga a ser cautelosos con la intervención del Estado en esta materia, en especial cuando el nuevo tren no se financiará bajo un modelo de concesiones, sino íntegramente con cargo al Fisco.

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