Editorial

Lo que nos recordó la cúrcuma

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na columna de opinión publicada el jueves pasado se ha convertido en la nota más leída desde que Diario Financiero tiene plataforma online: “Chile prohíbe la cúrcuma”, cuya autora dirige una asociación gremial de empresas dedicadas a la comercialización de suplementos alimenticios.

El título disparó el interés en las redes sociales y generó por varios días un intenso debate. En efecto, el Instituto de Salud Pública (ISP) considera que la cúrcuma en cápsulas debe ser tratada como un fármaco, lo que impide su venta libre en ese formato, pero no ha prohibido venderla en su forma natural. Eso, argumenta la columnista, es parte de una “regulación atrasada y arbitraria en la industria de los suplementos alimenticios, que está impidiendo su despegue en Chile”.

Se trata de una discusión válida que este diario consideró interesante proponer a sus lectores, y le hemos dado seguimiento al tema en otros dos artículos por su clara relevancia periodística. De hecho, tal fue la reacción a la columna, que el ISP debió aclarar su postura, lo que fue consignado por diversos medios de comunicación.

Sin embargo, junto con ilustrar la influencia de las redes sociales para dar prominencia a un tema, este episodio también nos recordó sus límites. Por desgracia, gran parte del intercambio de opiniones no fue más allá del título, desatando indignadas respuestas por la supuesta prohibición de la cúrcuma como planta, ignorando por completo el argumento central sobre la normativa de los suplementos alimenticios y, a ratos, pareciéndose mucho a la desinformación.

Lo anterior no es una crítica a esas plataformas, sino un recordatorio de que ellas sólo pueden servir como tribuna de un debate informado en la medida que sus propios usuarios lo promuevan, ejerciendo su discernimiento y participando con responsabilidad. Para que tengan sentido y cumplan su función, el derecho a la información y la libertad de expresión requieren el compromiso de no usarlos a la ligera.

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