Editorial

Maduro está sintiendo la presión

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La decisión del gobierno de Perú de retirar la invitación al presidente venezolano Nicolás Maduro a la Cumbre de las Américas que se celebrará en Lima en abril, ha desatado una polémica a nivel regional. En un continente golpeado por el recuerdo de duros choques ideológicos, algunos sectores ven en la medida una injerencia exterior en los asuntos internos de una nación que -al menos en lo formal- sigue siendo una democracia, mientras que otros denuncian un doble estándar tras el indulto al exdictador peruano Alberto Fujimori.

En Chile, aunque la cancillería ha respaldado la decisión, el gobierno enfrenta críticas por su invitación al líder bolivariano a la ceremonia del cambio de mando que se realizará en Valparaíso, el próximo mes.

Más allá de las opiniones debatibles al respecto, un punto que parece cada vez más evidente es que la debacle en Venezuela ha dejado de ser un tema local para transformarse en un asunto regional.

En los últimos dos años 1,2 millón de venezolanos han abandonado sus hogares y la mayoría de ellos se ha trasladado a países vecinos.

Los gobiernos latinoamericanos están advirtiendo que el masivo éxodo de personas que escapa de ese territorio está provocando una crisis humanitaria, y solicitando ayuda internacional para hacer frente a los altos costos de recibir a los inmigrantes, que están golpeando sus arcas fiscales y afectando la prestación de servicios sociales para la población en general.

A cinco días del anuncio de Lima, Maduro aún insiste en que pretende viajar a la cumbre, lo que deja claro que el mandatario venezolano está resintiendo la medida y que la presión internacional sí es una herramienta efectiva para buscar cambios.

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