Editorial

Modernizar la Dirección del Trabajo

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n el último tiempo la Dirección del Trabajo (DT) ha sido noticia por motivos que ponen de relieve la importancia de hacer cambios en el organismo, tanto desde el punto de vista de sus objetivos como de su funcionamiento.

La Corte de Apelaciones, al rechazar el dictamen de la DT que validaba como instrumentos colectivos los acuerdos suscritos en las empresas por grupos negociadores —que calificó de “ilegal y arbitrario”—, reavivó el debate no sólo sobre las facultades del organismo, sino sobre los efectos de la polémica reforma laboral aprobada por el gobierno anterior. La DT pretendía dejar establecido que los pactos alcanzados por los grupos negociadores regían para todos los trabajadores de una empresa, fueran sindicalizados o no. Esto, que la CUT y sectores de izquierda entienden como muestra de un sesgo antisindical del actual director, es visto por otros como un correctivo a la reforma, que favorece un paradigma de confrontación inevitable entre empleadores y trabajadores.

A su vez, ello abre interrogantes respecto de las facultades interpretativas de la normativa laboral que tiene el organismo, así como sobre el riesgo de que ellas inviten a la politización del organismo en función de la agenda del gobierno que nombra a su director, como señaló a este diario un ex titular de la DT el pasado viernes.

Se encuentra en el Congreso un proyecto de modernización del organismo, introducido en los últimos meses de la anterior administración. Si bien algunos cambios agilizan algunos trámites e incorporan herramientas digitales, se ha señalado que no moderniza aspectos clave como la profesionalización de sus funcionarios ni corrige la lógica de enfrentamiento que en cierta medida persiste desde la reforma pasada. Este proyecto no ha registrado avance en su trámite legislativo, lo que presenta una oportunidad de mejorarlo antes de darle el impulso que requiere.

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