Editorial

Moscú no le teme a nadie

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El gobierno de Vladimir Putin en Rusia continúa operando impunemente bajo las sombras para subvertir el orden global. Tras orquestar una revuelta en Ucrania para anexarse Crimea en 2014 ha mantenido su posición pese a las sanciones internacionales.

Hoy está prácticamente demostrado que utilizó su aparato de inteligencia para intervenir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, además de los comicios de Alemania y Francia, entre otros.

Las autoridades de Reino Unido lo acusan ahora de estar detrás del ataque contra el exespía ruso Serguei Skripal, el 4 de marzo, con un agente nervioso prohibido por las convenciones internacionales. Y la muerte, pocos días después, del desertor Nicolás Glushkov, ahora oficialmente declarada como homicidio, está dirigiendo nuevamente todas las miradas hacia Moscú. Ambos incidentes, ocurridos en suelo británico, reflejan un nivel de audacia difícil de creer.

En respuesta al ataque contra Skripal, Londres expulsó a un grupo de diplomáticos rusos y las mayores potencias mundiales emitieron una declaración de condena. Paralelamente, Washington anunció nuevas sanciones en represalia por la intervención en sus elecciones.

Pero Moscú se ha mantenido desafiante, tomando sus propias acciones contra diplomáticos ingleses.

Con gran parte de la comunidad internacional en su contra, Putin sigue afianzando su control casi absoluto dentro del país y con su nivel de popularidad en máximos históricos y la oposición prácticamente anulada, su triunfo en las elecciones de este fin de semana parecía asegurado.

Tras 18 años en el poder, el líder ruso no da señales de estar dispuesto a abandonar sus dudosos manejos.

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