Editorial

Negativo dato de actividad en octubre

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Si bien estaba dentro de los escenarios que algunos especialistas barajaban para el décimo mes del año, el registro negativo (de -0,4%) que tuvo el Imacec de octubre ha reabierto las dudas sobre la real capacidad de la economía de remontar y evitar cerrar el año en la parte más baja de las proyecciones, que hace unos meses fueron acusadas de extremadamente pesimistas.

Hoy, cuando queda muy poco para cerrar el 2016 y en que probablemente el dato del undécimo mes sufrirá los efectos del prolongado paro del sector público, no son pocos los que ven el cierre del año en niveles de 1,5% o 1,6%.

Lo ocurrido en octubre va mucho más allá de lo que se podría atribuir al efecto estadístico de dos días hábiles menos en el acumulado mensual. De hecho, varios análisis, ya descontado ese efecto, estimaban un Imacec positivo en el mes, el cual no sólo no se cumplió, sino que terminó perforando los más pesimistas pronósticos e instalando la sensación térmica en el terreno de la contracción, algo no visto desde la anterior administración de Michelle Bachelet, cuando hace siete años el país acusó el golpe de la llamada Gran Recesión.

Las autoridades han llamado a no ser presas del pesimismo, reforzando que en la agenda el crecimiento debe volver a ser una prioridad. Se trata de un llamado necesario pero que corre el serio riesgo de resultar vano, dado que los agentes económicos aún arrastran en el cuerpo los golpes anímicos de los años y meses previos y porque cuando el entorno no se aprecia precisamente alagüeño, lo que realmente moviliza no son sólo las palabras y las políticas de contención, sino que los pasos concretos que invitan a la acción.

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