Editorial

No existe una salida fácil para la crisis en Brasil

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En Brasil aumenta la expectativa de que la presidenta Dilma Rousseff se dispone a anunciar su decisión de renunciar y convocar a elecciones anticipadas. Pese a que ella ha insistido en que no dejará el cargo, hay cierta lógica en este argumento.

Por esta vía buscaría evitar que el juicio político que sigue el congreso en su contra llegue al final. Pero más importante aún, daría una salida más democrática a la crisis de gobernabilidad y evitaría que el vicepresidente, Michel Temer, su ex aliado convertido ahora en enemigo, asuma la presidencia por el resto del mandato.

Sin embargo, se equivocan los que piensan que esto traerá una solución rápida a los problemas de Brasil. Temer ha calificado las elecciones anticipadas como un golpe de Estado y su partido ya se está moviendo para bloquear la iniciativa. Por su parte, el otro gran partido de la oposición, el PSDB aún está analizando sus opciones.

Hasta ahora mantiene una alianza con Temer en contra de Rousseff, pero la perspectiva de ganar las elecciones ahora y no tener que esperar hasta que termine el actual período puede hacer tambalear esa sociedad. Sin importar la opción, no existe una salida fácil a la crisis en Brasil.

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