Editorial

Nueva baja en índice de competitividad

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Un nivel de crecimiento que se ha mostrado persistentemente anémico, bajos niveles de eficiencia en el gobierno y los negocios, cuellos de botella en infraestructura. Esos son los factores, varios de ellos ya en condición de problemas crónicos, que explican la nueva baja que experimentó Chile en el ranking mundial de competitividad elaborado por el IMD de Suiza en colaboración con la Universidad de Chile.

Si bien nuestro país sigue ostentando una posición de liderazgo en América Latina, desde una perspectiva histórica la tendencia invita a la reflexión, dado que Chile ha perdido 18 puestos en la tabla general en cosa de una década, pasando desde la posición 18 que llegó a alcanzar en 2005 hasta el actual puesto 36.

Como se señaló, son múltiples los factores los que explican este cambio, así como muchas las variables (como escasa diversificación de la matriz exportadora, mala distribución del ingreso o baja productividad), las que dentro de cada uno de ellos han afectado la competitividad relativa del país, la cual, como se intuirá, está inserta en un mundo dinámico en que buenas políticas en otras economías pueden desmejorar esa misma posición relativa.

Desde esa perspectiva, parece del todo evidente y urgente que las tantas veces identificadas políticas que ayudarán a sacar la economía de la trampa en que está prisionera comiencen a ejecutarse con un norte conocido, con plazos y metas. La hora de los diagnósticos hace bastante tiempo que se podría decir que ya se cumplió, y lo que resta es que el liderazgo político y gremial una fuerzas con el claro objetivo de, por de pronto, frenar el alarmante retroceso competitivo del país.

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