Editorial

Para nuestro “vecindario”, días difíciles

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n momentos en que los chilenos vivimos un conflicto social tan intenso como inesperado, no es fácil elevar la mirada por encima de nuestra convulsionada realidad para mirar la de nuestros vecinos inmediatos en la región —Perú, Argentina y Bolivia—, que cada uno a su modo también atraviesan días complejos.

De esos tres países, Perú vive hoy una relativa calma, pero hace apenas un mes enfrentó una dura crisis política que obligó al Presidente Vizcarra a disolver el Congreso de mayoría opositora y que llegó a poner en duda la continuidad del gobierno en algunos análisis. Un penoso recordatorio —en cierta forma muy atingente a nuestra actual situación en Chile— de que la pujanza económica no es garantía de estabilidad política.

Argentina y Bolivia preocupan por otras razones. En la primera ha ganado la elección presidencial la plataforma que representa al kirchnerismo, el sector político más asociado a los graves problemas económicos y políticos de la historia argentina reciente, entre ellos evidencia de una corrupción de una escala inédita a nivel central y federal. Si bien el derrotado oficialismo tendrá una posición de fuerza en el Congreso, existen dudas de hasta qué punto el futuro gobierno desea evitar sus errores pasados.

Bolivia, en tanto, se debate en medio de una severa crisis política que pone en entredicho si es legítima la continuidad de Evo Morales tras 13 años en el poder, luego de un proceso electoral con visos de fuertes irregularidades, que la oposición desconoce y que la OEA ha decidido investigar. Mientras los opositores exigen la convocatoria a nuevas elecciones (y rechazan el rol de la OEA), el gobierno llama a sus bases sociales a resistir lo que considera un “golpe de Estado” y el ministro de la Presidencia amenaza con convertir al país “en un gran campo de batalla, un Vietnam moderno”.

Un observador externo diría que, en pocas semanas, el Cono Sur ha cambiado de rostro para peor. Como enseña la historia de la región, ése es un desafío, no una sentencia.

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