Editorial

Pérdida de potencial en productividad

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Una nueva luz de alerta en torno a la performance de Chile en términos de productividad se encendió ayer, al conocerse el diagnóstico y los conclusiones contenidas en el índice Variables para un Crecimiento Sostenido, que elabora la auditora KPMG y que hace una evaluación comparativa entre países en esa dimensión.

De acuerdo con la última edición de este índice, en 2016 nuestro país cayó en el ranking de potencial de productividad, afectado por las bajas medidas en las áreas de capital humano y fortaleza institucional. Entre un año y otro, apunta el informe, el cambio de posiciones relativas supuso que nuestro país pasara desde el puesto 31 al 34.

Como en otras mediciones en las que Chile acusa estancamiento o retroceso, en esta el país sigue, sin embargo, conservando niveles de primer orden a nivel regional e incluso comparables a los de economías más desarrolladas. Se trata de una buena noticia que merece ser subrayada, pero que corre el riesgo de instalarse como un premio de consuelo, ya que no logra compensar la natural preocupación que produce la evidencia agregada que confirma que Chile enfrenta retos sustantivos en materia de competitividad y productividad.

En cierta forma el país está frente a una encrucijada paradojal, ya que varias de las constataciones de debilidad tienen como punto de referencia el 2016 (año de la productividad, según el gobierno) y se producen casi en paralelo a que desde distintas fuentes se aportaron sendas propuestas para avanzar en ese plano. Como se ha apuntado más de una vez, el diagnóstico ya existe, lo que viene ahora es acometer con decisión los desafíos.

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