Editorial

Preocupante auge del crédito informal

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Los problemas de hoy derivan de las soluciones de ayer”. Una de las leyes del pensamiento sistémico que bien puede aplicarse al fuerte crecimiento que está registrando el crédito informal en el país —como consignó este diario el lunes—, y ciertamente a muchos de los problemas que enfrentamos actualmente.

En efecto, una encuesta de la Universidad de Chile y de la Asociación de Bancos reveló que el porcentaje de hogares con deudas informales pasó de un 8,1% en 2015 a un 14,3% en 2017, es decir, casi se duplicó, mientras que se observó una caída en la bancarización. El problema es especialmente grave en los segmentos más jóvenes.

Lo anterior es una mala noticia, por cuanto el crédito informal suele ser bastante más costoso para los hogares que el crédito formal. No es coincidencia que esta alza se produzca en conjunto con una caída bastante significativa de la tasa máxima convencional (TMC) en ese período, producto de la legislación de fines de 2013, que estableció una nueva forma de cálculo para dicha tasa.

Para créditos de corto plazo y de montos reducidos, la TMC nominal anual se redujo de niveles de 54% a fines de 2013, a 36% actualmente, lo que si bien puede favorecer a los deudores de menor riesgo, deja fuera del mercado a aquellos sectores más riesgosos de bancarizar, normalmente los grupos más vulnerables, que quedan expuestos a potenciales abusos de prestamistas. Durante la discusión de esa ley, se advirtió que uno de los efectos sería la desbancarización de los grupos más vulnerables, y efectivamente eso es lo que estamos viendo.

Una forma correcta de avanzar en este tema es a través de mayor información sobre los deudores, consolidando la información de los distintos agentes de crédito. Esta política también es considerada en el último Informe de Estabilidad Financiera del Banco Central como uno de los avances pendientes en materia financiera. Con el consentimiento del deudor, el conocimiento de su calidad crediticia siempre será mejor que una política de fijación de precios máximos, que ya está mostrando sus efectos negativos.

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