Editorial

Prioridades país tras la elección presidencial

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Con una contundente diferencia de votos y tras una jornada electoral impecable y ejemplar en términos de participación, el candidato de Chile Vamos Sebastián Piñera se impuso ayer en la segunda vuelta presidencial, excediendo ampliamente todos los pronósticos. Su triunfo, consumado tras una intensa y disputada campaña, se inscribe en la historia de la República como un hito de contornos inéditos, tanto por lo que representa en términos del retorno de una coalición de centroderecha a La Moneda, como por la categórica diferencia entre ambos contendores.

Con todo, la definición presidencial dará paso ahora a un período de trascendentales definiciones políticas, tanto porque el mandatario electo deberá en las próximas semanas dar a conocer sus prioridades y equipos, como porque la coalición derrotada probablemente se sumirá en un proceso turbulento de recriminaciones, que podría agravar los síntomas de desintegración que se han manifestado en la centroizquierda en los últimos años.

La combinación de ambos procesos configurará un cuadro político dinámico y que tendrá a los agentes económicos pendientes del devenir de las señales. Como sea, prácticamente nadie duda que en lo inmediato los mercados reflejarán una mejor sensación térmica para la inversión y el crecimiento y que a mediano y largo plazo las condiciones también prometen asegurar un umbral macroecómico que ayudará a que el país logre un desempeño mejor que el visto en los últimos cuatro años.

De cumplirse las estimaciones, Chile se encaminaría a partir de 2018 no sólo a crecer más cerca de su PIB potencial, sino que, de digitarse las teclas correctas, a lograr que dicho potencial de crecimiento vuelva a subir tras años de caída. Ello debiera redundar en un círculo virtuoso que debería no sólo aliviar la situación de estrechez fiscal, sino que también proveer recursos para acometer tareas fundamentales.

En efecto, tras años en que el debate político se ha distorsionado poniendo al centro de las prioridades a grupos de presión, este giro político brinda una inmejorable oportunidad de poner nuevamente en el centro a los más de dos millones de chilenos que aún están en situación de pobreza y que requieren con urgencia que el país se haga cargo de sus déficits en materia de salud, vivienda, infraestructura, etcétera. Para ello será clave que la oposición se comporte con altura de miras y pensando en el país, lo cual supone cuidar los espacios de diálogo y la dinámica de los consensos que algunos quisieron demonizar en los últimos años.

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