Editorial

Proteccionismo en la nueva economía

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Desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, gran parte de la atención mundial se ha enfocado en sus amenazas proteccionistas y su efecto sobre el comercio global. Pero el interés se ha concentrado en el intercambio de bienes y servicios, dejando de lado otro elemento, igual o incluso más importante: los datos. Ya sea que se trate de vehículos autónomos o criptomonedas, el libre flujo de datos será clave para la economía del futuro.

Pese a ello, China está liderando una creciente corriente para obligar a las empresas extranjeras a contener en servidores dentro del país la información de clientes y operaciones locales, un proceso que implica altos costos y complicaciones.

Según algunos estudios, estas restricciones se triplicaron en la última década, con medidas en Rusia, India, Indonesia y Vietnam, entre otros. Y las polémicas por la filtración de datos personales, como la que sacudió a Facebook, están impulsando la tendencia incluso en las economías desarrolladas.

Aunque los últimos escándalos subrayan la necesidad de defender la privacidad, este nuevo proteccionismo digital podría restar varios puntos al crecimiento del mundo.

La mejor manera de resolver el dilema es a través de los propios acuerdos comerciales, pero existen pocos precedentes ya que las normas de la OMC son previas a internet. El gobierno de Barack Obama introdujo el punto en las negociaciones del TPP, y aunque subsisten en el nuevo acuerdo, la retirada de EEUU bajo la administración Trump le restó protagonismo.

La pérdida de liderazgo de la mayor economía del planeta en temas comerciales y su repliegue hacia adentro dejará este tema en segundo plano.

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