Reforma a las isapres, modernizando Fonasa

l gobierno ha presentado al Congreso su esperado proyecto de reforma al sistema de isapres, que busca introducir cambios estructurales a la salud privada. La necesidad de enfrentar problemas que se han venido agravando por décadas —como el encarecimiento de los planes y la alta judicialización del sector, entre otros— explica la prominencia de este tema en la agenda, y su importancia para la opinión pública, de ahí que la iniciativa gubernamental ya esté siendo analizada al detalle por expertos y centros de estudios.

Sustentado en tres grandes pilares —un Plan de Salud Universal (PSU), un Esquema de Compensación Solidaria (para eliminar diferencias de precios en los planes por género, edad y estado de salud) y un Plan Nuevo Asegurado (que busca acabar con las preexistencias de enfermedad)—, el proyecto es ambicioso, y tal vez por eso mismo suscita planteamientos para perfeccionarlo.

En estas páginas, por ejemplo, una investigadora del Centro de Estudios Públicos recalcó la importancia de que el PSU sea amplio en contenidos y entregue garantías explícitas de atención. El instituto Libertad y Desarrollo, por otra parte, señala el riesgo de que la reforma pueda incentivar la “migración oportunista” desde Fonasa a las isapres.

Por cierto que una reforma de la salud privada no puede llevarse a cabo sin, en paralelo, hacerse cargo de los grandes pasivos de la salud pública. En este sentido, una reformulación de Fonasa es condición necesaria para alcanzar los objetivos que se propone la reforma a las isapres.

Estos y otros puntos deberán ser abordados en un debate legislativo que se haga cargo tanto de su complejidad técnica como de su profundo impacto en las vidas de los ciudadanos. Es de esperar que ello se haga con un espíritu más constructivo y menos ideologizado que el que ha caracterizado a la discusión de otras reformas estructurales en el último tiempo, como la tributaria, la previsional y la laboral.