Reforma tributaria: necesaria visión de conjunto

l nuevo gobierno ya da los primeros pasos para dar forma a una nueva reforma tributaria. Considerada como requisito fundamental para lograr financiar las iniciativas del plan gubernamental, ya hay señales en la línea de iniciar diálogos de carácter pre-legislativos, y de separar la reforma en distintos proyectos de ley, para así poder avanzar con mayor rapidez en aquellos temas en los que se perciben una mayor facilidad para lograr acuerdos.

Desde un punto de vista peligroso, parece razonable separar la reforma en distintos proyectos, pero ello puede dar origen a un problema mayor, derivado de la posible falta de coherencia entre lo que se va aprobando en las etapas sucesivas. El sistema tributario no es un conjunto de compartimientos estancos, sino un todo cuyas partes deben ser consistentes entre sí.

Se suele mencionar que, en una primera etapa, incluir incluirse en la reforma todas aquellas materias relativas a lograr un mayor control de la evasión y la reducción de exenciones, así como el royalty a la minería y un alza en la tasa de impuestos a las personas de más altos ingresos. En tanto, debería dejarse para una segunda etapa -por su eventual impacto en la inversión- lo referido al nuevo régimen que se utilizará a las empresas, donde se contempla una desintegración con la tributación al nivel de las personas.

Pero aunque se perciba una mayor posibilidad de acuerdo, por ejemplo, en la introducción de modificaciones al royal a la minería, lo que se haga en esta materia debe ser consistente con el nuevo andamiaje que se proponga para la tributación en general, si genuinamente hay un interés en no generar factores que terminen siendo contraproducentes con la inversión y el empleo.

Lo ocurrido con la reforma tributaria aprobada durante la segunda administración de la Presidenta Bachelet, que por sus deficiencias a corto andar debió ser nuevamente reformada (ya pesar de ello perfeccionado recaudar apenas la mitad de lo que se había proyectado inicialmente), constituye un claro ejemplo de la inconveniencia de actuar con premura de recaudación, sin calibrar debidamente los efectos globales ante cambios de esta envergadura.