Editorial

Sector público y bonos de desempeño

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n su reciente Informe de Finanzas Públicas, que a partir de ahora será trimestral en lugar de anual, la Dirección de Presupuestos (Dipres) registró que un 98% de las instituciones públicas obtuvo la máxima bonificación por desempeño. Paradojalmente, esa elevada cifra parece confirmar una tendencia a la baja desde el 100% de 2016, que fue seguido por 99% en 2017.

Lo anterior contrasta, por ejemplo, con los resultados de la evaluación anual de programas que realiza la misma Dipres, y que el año pasado calificó como “bajo” o “malo” al 46% de los 22 servicios que seleccionó para revisar, mientras sólo un 9% obtuvo “bueno”. Ello sugiere, como plantean algunos críticos, que los bonos por desempeño se han pasado a estar “incorporados” en la remuneración, en lugar de efectivamente ser un premio a la concreción de objetivos específicos y un real incentivo a mejorar. También entrega peso a otra crítica frecuente, cual es que la baja exigencia de las metas que el sector público se plantea a sí mismo, virtualmente garantiza que sean alcanzadas, justificando así la bonificación.

Desde luego, el 98% de instituciones bonificadas también contrasta con la experiencia ciudadana, especialmente en servicios estatales en ámbitos clave, como salud y educación, que dejan mucho que desear.

A fines del año pasado el gobierno anunció que elevaría las exigencias de cumplimiento para optar a la bonificación, una decisión que este diario valoró como positiva y oportuna, sobre todo considerando que el ingreso promedio de la administración pública es más de un 50% superior al promedio nacional. Así, los cambios al Programa de Mejoramiento de la Gestión apuntan a terminar con la entrega cuasi automática de este beneficio en las más de 130 reparticiones públicas que se evalúan cada año.

El sistema de remuneraciones del Estado, con las complicaciones de diverso tipo —y potenciales vicios— que presenta la operación actual de los sistemas a contrata y de planta, requiere una revisión a fondo. Devolverle racionalidad a la entrega de los bonos por desempeño es sólo uno de los muchos desafíos que presenta esa tarea.

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