Editorial

Simplificación del sistema tributario

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ras una primera reunión con el presidente de la República, Sebastián Piñera, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, puso en el primer plano la importancia de avanzar en una simplificación del sistema tributario dada la incertidumbre que ha generado luego de la transformación impulsada por la administración de Michelle Bachelet.

Decidor, el secretario de Estado introdujo el concepto de una “modernización importante” y no un simple “ajuste”, al tiempo que reforzó el hecho de que el acento no estará solamente en las tasas de impuestos. Una mención para nada casual considerando que uno de los compromisos asumidos es precisamente una rebaja al tributo de Primera Categoría que afecta a las empresas en el país -hoy en 27%- hacia niveles promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) del orden de 24%-25%.

Simple estrategia comunicional o no, lo cierto es que el nuevo énfasis del ministro Larraín resulta oportuno y bienvenido, pues es generalizada entre expertos y los mismos contribuyentes la queja sobre la confusión y falta de certeza jurídica en que se tradujeron cambios al esquema impositivo, introduciendo -por ejemplo- numerosos registros.

La duda que queda sentada, y que no es claro si será a la larga provechoso para el gobierno o la misma economía, es lo que pasará con el impuesto a las empresas, que se presentó desde un principio como una herramienta para impulsar la inversión. Postergar una medida de este tipo, que desde la lógica política parece razonable -pues no tiene apoyo en el Congreso-, bien podría sugerir una falta de convicción y claridad sobre la estructura tributaria óptima para fomentar el crecimiento interno.

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