Editorial

Trump lo hace de nuevo

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Imagen foto_00000001na parte sustancial de la atención mundial de los últimos meses ha sido acaparada por los ruidos de guerra comercial entre las principales potencia económicas, bajo el impulso de las medidas proteccionistas dictadas por el Presidente Donald Trump en contra de China y la Unión Europea. Comprensiblemente, ello había infundido el temor de un impacto negativo en los flujos de intercambio global y, por ende, en el crecimiento. Muchos señalaron la paradoja de ver a Washington amenazando con aranceles y barreras, mientras que Beijing salía en defensa del libre comercio.

Pero al menos el frente trasatlántico de la guerra comercial se enfrió sorpresivamente ayer tras la reunión de Trump con el presidente de la comisión europea, y el anuncio de un acuerdo para evitar el estallido formal del temido conflicto, y de que incluso se podrían “resolver” las alzas de aranceles ya decretadas por EEUU este año contra el aluminio y el acero europeos, y las respectivas medidas del continente en represalia.

Aún no es claro cuál de las partes hizo más concesiones y cuál impuso más sus términos, pero si es claro que, de resultar efectivo, lo anterior es una buena noticia. Nada bueno podía surgir de una guerra comercial entre EEUU y las economías de la UE, más bien todo lo contrario.

Pero al mismo tiempo es un inquietante recordatorio de que, como señala nuestro columnista en la edición de hoy, el Presidente de EEUU es antes que nada “una fuente de incertidumbre”, y eso no es lo que se espera de la principal potencia del globo. Que Trump ahora prometa trabajar con la UE hacia un régimen de “arancel cero” para los productos industriales contradice todo su discurso desde que llegó a la Casa Blanca hace año y medio. Esa volubilidad no es auspiciosa.

Por ejemplo, es una incógnita lo que esto significa para China, el otro frente de la guerra comercial de Trump. Si también gracias a un inesperado giro del Presidente norteamericano se evitará el conflicto, o si éste se intensificará ahora que Bruselas negoció por cuenta propia, dejando a Beijing en la estacada, sólo Trump lo sabe.

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