Editorial

Un dato doloroso

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Imagen foto_00000002n más de una ocasión este año, nuestro diario ha podido constatar a través de las noticias que cubre, tanto los grandes avances en superación de la pobreza y bienestar, como los agudos contrastes de la sociedad chilena en su tránsito al desarrollo.

Por un lado, pertenecemos a la OCDE y somos el país líder de América Latina en el Índice de Desarrollo Humano del PNUD, nuestro sistema de pensiones está entre los mejor evaluados del mundo, y nos preocupan los rankings de competitividad, innovación o globalización. Por otra parte, sin embargo, más de tres millones y medio de personas están en la categoría de “pobreza multidimensional”, dos tercios de los trabajadores tiene un ingreso de dos sueldos mínimos o menos, y una alarmante proporción de nuestros estudiantes no entiende lo que lee.

Ahora, una revisión detallada de la Casen 2017 —en el marco del Mapa de la Vulnerabilidad que elaboran el gobierno y la sociedad civil— nos golpea con un dato que parece describir un Chile que creíamos atrás, pero que persiste porfiadamente: 1.431.162 personas viven sin agua potable, W.C. o ambos, cerca del 8% de la población. Peor aun es el hecho de que si en 2013 eran el 5,3% de los hogares, el año pasado subieron al 6,6%.

Una estadística como ésta, en el contexto de las ya mencionadas, pone en perspectiva la distancia que nos separa de la sociedad de clase media que aspiramos construir. Es claro que ese objetivo supera con mucho variables aisladas como el mayor ingreso per cápita y saberlo permite abordar mejor el desafío. También pone en perspectiva que el foco de la política pública, en un país como el nuestro, no puede alejarse mucho de los más vulnerables para centrarse en grupos cuyas demandas, si bien reales, nos interpelan con mucha menor urgencia.

Precisamente la virtud —y el propósito— de una iniciativa como el Mapa de la Vulnerabilidad es poner más luz donde más se la necesita. Que hoy sean más que hace un lustro las personas sin buen acceso a servicios sanitarios es una sonora alerta. Y un balde de agua fría.

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