Editorial

¿Un listado de lo esencial?

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La controvertida decisión del Gobierno en cuanto a determinar qué bienes de consumo son esenciales durante la restricción sanitaria está teniendo consecuencias.

No sólo las críticas transversales del mundo del comercio y las empresas de diversos sectores -en esencia, que el listado de productos es ambiguo y arbitrario-, sino también acciones concretas ante la Justicia, como el recurso de protección contra los ministerios de Salud e Interior presentado por un gremio de mujeres emprendedoras. Estas piden revertir la medida que prohíbe actividades de emprendimiento, por estimarla, además de arbitraria, discriminatoria en contra de las mujeres y de las micro y pequeñas empresas en las que miles de ellas participan o encabezan.

Como dijo el gerente general de la Cámara de Comercio de Santiago, “insistimos en el error de la tipificación de esenciales que persigue el Gobierno, toda vez que esta condición es subjetiva a la necesidad de cada persona”. En efecto, aunque se entiende la preocupación del Ejecutivo por reducir en lo posible los desplazamientos asociados al comercio en un intento por contener la tasa de contagios, la pretensión de determinar por vía administrativa lo que las personas pueden o no necesitar es inviable, a lo que se suma una innegable afectación de derechos y libertades consagrados en la ley, tanto para ciudadanos como empresas.

Ayuda que el Gobierno confirmara ayer que el polémico listado de bienes esenciales dejará de regir el próximo jueves y que podrán reiniciarse el despacho a domicilio del comercio electrónico, lo que fue valorado por diversos gremios. Cuesta creer, sin embargo, que el daño provocado a miles de empresas en diversos rubros por su vigencia de dos semanas sea reversible, o al menos parcialmente resarcible.

La necesidad de adaptar la respuesta sanitaria a la evolución de la pandemia es innegable, pero es clave que la urgencia por adelantarse al virus no derive en una perjudicial improvisación.

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