Editorial

Una constante del gobierno de Trump

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A lo largo de la historia los grandes conflictos bélicos nunca comienzan de golpe, sino que normalmente van fraguándose en un fuego lento de amenazas y acusaciones. En algún punto de ese proceso, los inversionistas acusan recibo y se reconfigura el mapa de las inversiones.

En ese sentido, a juzgar por la reacción de los mercados de ayer, una nueva guerra a escala global sigue fuera de los cálculos de los inversionistas. Las principales bolsas mundiales vivieron ayer una jornada estable, con alzas en Wall Street y caídas moderadas en Europa, tras las señales de que el ataque de los aliados occidentales contra el gobierno de Bashar al Assad, en Siria, estuvo bien focalizado sobre blancos específicos, y de que por ahora no hay indicios de una escalada.

Los antecedentes sugieren que, tal como en otras oportunidades recientes de su política exterior, la estrategia de Trump contra el gobierno de Damasco tiene más de campaña comunicacional que de ofensiva militar.

En el mediano plazo, sin embargo, la historia podría ser diferente. Con las negociaciones por el programa nuclear de Corea del Norte todavía pendientes, una creciente guerra de aranceles entre Washington y Beijing amenazando con mermar el comercio mundial, y nuevas sanciones de la Casa Blanca tensando aún más las relaciones con Rusia, Trump está demostrando que no le teme a seguir abriendo flancos de conflicto en el escenario internacional. Por eso, más allá de la evaluación de los recientes ataques, a esta altura es necesario asumir que la agregación de tensiones geopolíticas será una constante de la administración Trump con la que deberán convivir los inversionistas.

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