Editorial

Una guerra sin ganadores

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i existe una sola gran lección económica en la historia mundial del último medio siglo, es que la economía de mercado y el libre comercio no tienen rivales como motores de prosperidad. Ese es el gran éxito de la globalización: la reducción de la miseria a un ritmo nunca antes visto gracias al intercambio de bienes y servicios a escala mundial.

Es por ello que resulta tan paradójica e inquietante la posibilidad de una inminente guerra comercial entre las dos principales economías del planeta, Estados Unidos y China. Más aun cuando es EEUU el que lidera la ofensiva, precisamente el país que más ha hecho por impulsar y fortalecer las instituciones del libre mercado en todo el mundo, una de las cuales es el comercio abierto en un marco de reglas consensuadas, no impuestas.

Dos motivaciones parecen inspirar al Presidente Donald Trump en sus anuncios de alza de aranceles contra determinados productos chinos —una política y una económica—, ambas similarmente erradas.

La motivación política es ser fiel con una relevante porción de su electorado que creyó, como dijo Trump a lo largo de toda su campaña por la Casa Blanca, que para “hacer grande a América de nuevo” había que dejar de permitir que otros países “se aprovecharan” de ella, especialmente en términos de su balanza comercial. En esta materia, cualquier rédito político será forzosamente efímero, pues los costos de una verdadera guerra comercial caerían primero sobre los sectores postergados —tanto norteamericanos como chinos—, no sobre las elites que el Presidente denuncia constantemente.

La motivación económica es más alarmante, como han sostenido opiniones autorizadas, pues sugiere que Trump efectivamente cree que el proteccionismo puede ser un remedio a males económicos como la desaparición de puestos de trabajo, la pérdida de competitividad o el desequilibrio de la balanza comercial. La experiencia histórica es que cerrar las fronteras no es la respuesta a esos y otros problemas; más bien todo lo contrario. En una guerra como ésta sólo puede haber perdedores.

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