Editorial

Venezuela en la mira de La Haya

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n 2018, como miembro del grupo de Lima, Chile fue uno de los seis países de la OEA que solicitaron a la Corte Penal Internacional (CPI) open una investigación en Venezuela por las numerosas y gravísimas violaciones a los derechos humanos denunciadas en contra del gobierno a esa fecha. Al año siguiente, un informe del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos confirmó lo peor de esas acusaciones, y mucho más. Múltiples y creíbles fuentes han dado cuenta -antes y después- de una deplorable situación de los DDHH de los venezolanos, agravada por una crisis humanitaria que el propio régimen caraqueño generó con sus políticas económicas.

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El anuncio esta semana de que la CPI ha decidido, efectivamente, investigar la posible comisión de delitos de lesa humanidad bajo el gobierno de Nicolás Maduro -que incluyen detenciones arbitrarias, torturas y ejecuciones extrajudiciales por parte de los organismos de seguridad del Estado- marca un lamentable hito para la región. Es la primera vez que el tribunal de La Haya investigará a un país de América Latina, en algo más de dos décadas de existencia, y lo hará, en teoría, en uno que formalmente es una democracia.

Para los venezolanos, en cambio, no deja de ser una noticia alentadora, pues ratifica el foco internacional puesto sobre las violaciones a los DDHH en su país. Aunque es cierto que, incluso en caso de una eventual condena, ésta puede tardar años en llegar, la decisión de la CPI es un poderoso factor adicional en el creciente cerco diplomático internacional contra la conducta de Caracas.

La acción de La Haya obliga a definiciones de parte de quienes en América Latina -también en Chile- perseveran en la defensa del chavismo, cuyo fracaso ya estaba crudamente al desnudo en el drama de millones de venezolanos que han abandonado su país, como bien sabemos sus vecinos, generando una crisis migratoria y humanitaria de impacto regional. Debería ser claro que el doble estándar para enjuiciar al gobierno bolivariano debe dar paso, finalmente, a un mínimo de honestidad y consecuencia.

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