Editorial

Venezuela sin libertad de prensa

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Imagen foto_00000001o es habitual que un diario se refiera al trabajo de otros medios de comunicación, pero hay casos en que la defensa de principios compartidos por toda la comunidad periodística —y las sociedades democráticas— lo hace necesario. Así sucedió ayer con la detención en Caracas y posterior deportación de dos profesionales de TVN, que motivó que Diario Financiero expresara durante el día “todo su apoyo a los periodistas que están trabajando en Venezuela en favor del derecho de las personas a estar informadas”.

Los dos reporteros chilenos, junto a dos de sus colegas venezolanos (también liberados), fueron detenidos en el ejercicio de sus labores, en lo que sólo puede entenderse como un intento de amedrentamiento por parte de un régimen cuyas prácticas dictatoriales están en la mira de la comunidad internacional. La espuria elección que el año pasado entregó a Nicolás Maduro un segundo mandato que inició este 10 de enero —desconocido por una creciente lista de países, entre ellos Chile—, y el reconocimiento internacional del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como legítimo gobernante, han generado un escenario crítico para el régimen chavista.

La detención por 14 horas de los periodistas chilenos pone de relieve, por contraste, las libertades que garantiza nuestro país. La prensa venezolana ha sufrido persecución y agresiones durante las dos décadas chavistas, algo que comenzó con Hugo Chávez y que tras su muerte ha intensificado su sucesor. De ello tienen un doloroso registro numerosas ONG y organismos internacionales, que no dejan lugar a duda sobre la deteriorada situación de la libertad de expresión y el derecho a la información en el país caribeño.

El actual gobierno de Chile, a diferencia de sus antecesores en estos 20 años, ha hecho ver sin rodeos estos y otros abusos que ya son moneda común en la revolución bolivariana, de los cuales la masiva diáspora venezolana es la palmaria evidencia. A estas alturas, sólo un cambio de régimen, es de esperar que institucional y pacífico, puede poner fin al calvario económico, político y humanitario que vive esa nación.

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