Editorial

Volatilidad en los mercados bursátiles

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Jornadas de gran agitación y hasta pánico que dan paso a otras de tensa espera son las que se han constatado estos últimos días en los mercados globales. Volatilidad y nerviosismo son términos que describen a cabalidad la suerte de estado de ánimos alterados existente, en donde sin causa evidente se gatillan comportamientos sobredimensionados de los agentes económicos. Y todo en un contexto en donde los datos contingentes de actividad, mercado laboral y expectativas apuntan más bien en la dirección de una performance 2018 razonablemente optimista para las principales economías.

Qué está motivando estos movimientos violentos y este estado de crispación, es la pregunta del momento. Y todo indica que buena parte de la respuesta pasa por la ansiedad. Ansiedad por lo excepcionalmente baja volatilidad previa de los mercados; ansiedad por el sello que podría tener el nuevo titular de la Reserva Federal de EEUU; ansiedad con el curso que puedan tomar tanto la inflación en los meses venideros como el hasta ahora pausado ritmo de normalización monetaria.

En cierta forma, se podría decir que lo ocurrido estos días es entendible y para algunos hasta previsible. En efecto, tras la gran recesión gatillada hace una década se instaló en el mundo un cuadro financiero global excepcional y bastante inédito que ha sido administrado con mano firme por las principales autoridades. Sin embargo, y más allá de las señales de prudencia de dichas autoridades e incluso del debate académico sobre si no habrá entrado el mundo a un nuevo paradigma de inflación y tasas, el grueso de los agentes económicos ha vivido en los últimos tiempos en una tensa calma a la espera de cambios en el escenario, los que aparentemente hoy estos presumen serán antes y más profundos.

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