Periodismo de soluciones

Humedales artificiales y uso de aguas lluvias mejoran la calidad de vida en campamentos del país

Tratamiento de aguas servidas y el acceso más cercano al consumo de agua son dos proyectos que se desarrollan en la Región del Biobío.Se trata de soluciones que aspiran a expandirse para ayudar a miles de familias a tener un día a día con provisión de servicios básicos.

Por: Vicente Martínez | Publicado: Lunes 8 de noviembre de 2021 a las 04:00 hrs.
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Malos olores y focos infecciosos amenazan cada verano al campamento Recoleta Bajo-La Serena, en Talcahuano. La fuente del problema: alrededor de 15 pozos negros que se forman justo en la vertiente en que desemboca el sistema de alcantarillado construido por los vecinos del sector. La escasez de lluvia y el poco viento impide que los desechos sigan su curso.

Esta crítica situación que afecta a unas 130 personas -herederas de quienes empezaron a instalarse a orillas del Cerro Zaror a mediados de los noventa- tuvo eco en la Corporación Emergente, un grupo formado por estudiantes y profesionales de la Universidad del Bío-Bío (UBB) que tenía en mente una propuesta innovadora y sustentable para la depuración de las aguas: un sistema colectivo de humedal sanitario.

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El agua captada de las lluvias en Cerrro Chepe se usará para consumo y también para el cultivo si así se requiere.

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Como necesitaban recursos, participaron de la convocatoria iniciada por el Fondo de Solidaridad e Inversión Social (Fosis) precisamente para financiar iniciativas que solucionaran el acceso a servicios básicos en campamentos.

Los pilotos ganadores se adjudicaron un total de $ 50 millones para desarrollar su propuesta.

“Hemos promovido la innovación social, abriendo el Estado para que la sociedad civil, el sector privado y la academia puedan participar de las soluciones frente a nuevos desafíos, como el acceso a los servicios básicos para familias que viven en campamentos, hoy ya estamos viendo algunos frutos de este esfuerzo”, destaca el director del Fosis, Felipe Betancourt.

En 2021, el Catastro de Campamentos publicado por Techo-Chile y Fundación Vivienda identificó a 81.643 familias que habitan en 969 asentamientos de este tipo, un aumento de 73,5% en comparación con las cifras de 2019 publicadas por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) en 2019 y un peak no visto desde 1996.

Inspirados en la naturaleza

Definidos como ecosistemas acuáticos diversos, esenciales para mantener el ciclo del agua -incluso existe una convención internacional que los protege-, los humedales se convirtieron hace décadas en una opción para sanear aguas residuales domésticas, industriales, mineras y los desechos agrícolas y ganaderos en Europa y otras partes del mundo. Esto, por cuanto en ese entorno se generan procesos físicos, químicos y biológicos que separan los contaminantes del agua y llevan a cabo una limpieza y depuración de esta.

Así, su construcción se transformó en una tecnología que se utiliza en zonas rurales o asentamientos humanos de poblaciones menores a cinco mil personas. Por ejemplo, en Francia destacan los humedales en la ciudad de Toulouse y, de acuerdo con los datos del personal vinculado a empresas sanitarias, existen cerca de 200 que están operativos.

A la fecha, el coordinador del proyecto en Talcahuano y doctor del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la UBB, Pedro Cisterna, dice que lleva 15 años involucrado en la construcción de este biosistema artificial y ya cuenta 25 construidos en la Región de Biobío. El más grande se ubica en la comuna de Quilleco, el cual ha servido como tratamiento de aguas servidas a 1.700 personas.

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La quebrada del campamento Recoleta Bajo-La Serena era anteriormente un receptor de aguas servidas, las que ahora irán a fosas sépticas y de ahí al humedal construido.

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“Puede ser una experiencia replicable en muchos campamentos del país. Es una solución para muchas personas que en Chile no tienen acceso a lo básico”, destaca.

María Inés Oliva, presidenta de la comunidad y vecina del campamento Recoleta Bajo-La Serena desde hace más de diez años, confiesa que fue una sorpresa para ellos ganar el financiamiento y asegura que son muchos los beneficios que brindará a las 35 familias del sector: “Este cerro no tiene plazas ni canchas, así que sirve como una recuperación para un lugar de recreación. La gente va a poder pasear y jugar, especialmente los niños”.

La magia de la lluvia

A pocos kilómetros, en Concepción, el campamento Cerro Chepe también se prepara para dar vuelta una ingrata experiencia: la falta de acceso al agua.

Con una larga data en el lugar -sus primeros habitantes llegaron hace más de cien años-, los daños materiales provocados por el terremoto de febrero de 2010 obligaron a los vecinos a tener que caminar unas dos horas para poder abastecerse de agua. Y hoy hay únicamente cinco medidores que proveen de agua a las más de 150 personas que habitan en el campamento.

¿La solución? El llamado proyecto Aqualluvia, que -como lo sugiere su nombre- consiste en un sistema tecnológico de captación de precipitaciones, lo que tendrá un impacto directo en el consumo y disponibilidad de agua para el uso doméstico de 38 familias.

El sistema consiste en recolectar agua lluvia desde los techos de las casas, la que luego es conducida por tuberías hacia un estanque de acumulación que cuenta con un mecanismo de purificación.

“El acceso de agua para el campamento es complejo, deben acarrear o hacer llegar por un camión aljibe. Lo que queremos es sacarle el mayor provecho al agua de la lluvia para que puedan llegar a tener cerca de tres mil litros de tanque de acumulación y así no utilizar el recurso limitado que tienen de agua potable”, explica Robinson Sáez, coordinador del proyecto y jefe de administración y proyectos en el Centro Regional de Estudios Ambientales (CREA) de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), entidad que lidera la iniciativa.

A través de este proyecto se busca diversificar las fuentes de acceso al agua para así evitar la escasez del recurso. El equipo a cargo lleva cerca de 8 años instalando estos sistemas, tanto en zonas rurales como urbanas.

Oscar Fernández, ingeniero civil del CREA y encargado de la iniciativa, agrega que el desafío consistió en estudiar el área de captación de la lluvia y que los techos de las viviendas se encontraran en óptimas condiciones para que la acumulación del recurso no implicara contaminación. Como no se podía acceder con vehículo a muchos sectores del cerro, la distribución de los materiales se debió hacer a pie.

La dirigente del campamento, Evelyn Gaete, quien vive hace más de 40 años en el sector, destaca la alegría que ha generado el trabajo. “Muchas veces tenemos que ir a Laguna Redonda a buscar agua y traerla al cerro, nos demoramos cerca de dos horas a pie”, relata.

“El proyecto ahora nos va a ayudar a tener una fuente de agua para lavar la ropa, regar el jardín y para el baño, incluso podemos tomarla si está hervida”, dice.

El trabajo en terreno también incluye talleres de capacitación para que las familias aprendan sobre el funcionamiento de los sistemas de captación y así conocer todos los beneficios y mantenimientos básicos que requiere. “El sistema de captación aqualluvia también permite que los vecinos mantengan llenos sus estanques, recargándose con agua potable también en el verano. La idea es que siempre tengan los estanques llenos y sea utilizado ante cualquier eventualidad”, añade Fernández.

Económico, sustentable y de fácil acceso

Los humedales han demostrado ser una experiencia positiva en los últimos años, convirtiéndose en una alternativa real de saneamiento de aguas residuales aplicable en el país. El costo operacional es bajo, ya que sus principales componentes son el agua y el sol, además que son adaptables y no requieren condiciones climáticas específicas.
El ubicado en Talcahuano ocupa una superficie de 90 m2 y puede llegar a depurar del orden de 300 m3 de agua cada mes, entregando un saneamiento de aguas seguro y práctico a las 35 familias del sector.
Sumado a esto, el agua depurada puede ser reutilizada para el riego de césped y árboles, contribuyendo a la generación de espacios verdes.
Adicionalmente, el humedal se naturaliza con el tiempo y va formando parte del paisaje, lo que abre espacio a la biodiversidad y a la generación de áreas verdes, según explica el coordinador del proyecto en Talcahuano y doctor del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la UBB, Pedro Cisterna.
"La quebrada del campamento era anteriormente un receptor de aguas servidas. En este proyecto, estamos recogiendo todas estas aguas que pasarán a dos fosas sépticas de aproximadamente 2500 litros cada una y luego pasan al humedal. Ahí en el humedal, las plantas y piedras instaladas funcionan como filtro para que el agua se depure, contribuyendo a la disminución de enfermedades estacionarias e infecciones relacionadas con la higiene", dice.

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