También se votó por Core

Alejandro Fernández Director Ejecutivo Instituto de Estudios de la Sociedad

Por: | Publicado: Martes 21 de noviembre de 2017 a las 04:00 hrs.
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Tomará tiempo interpretar los sorpresivos resultados de las elecciones presidenciales de este domingo, muy distintos a los que pronosticaban todas las encuestas. En este contexto, es muy probable que la elección de Consejeros Regionales (Cores) pase inadvertida en el análisis político y solo sea considerada para efectos de medir el peso de los distintos partidos. Esto parece razonable, basta solo ver lo que sucedió con la mayoría de las personas que sorprendidas se encontraron con un voto del porte de una sábana y que –si no se votara junto con las presidenciales y parlamentarias- jamás las hubiese movilizado a votar.

¿Esas personas poco interesadas e informadas sobre los Cores son malos ciudadanos?

En absoluto. El problema es de aquellos que asumen irreflexivamente que la mejor forma de designar un cargo es siempre por medio de una elección popular. En ese sentido, el senador Alejandro Guillier -candidato que pasó a la segunda vuelta junto a Sebastián Piñera- reclamó en el debate de Anatel contra la designación de cargos por medio de acuerdos políticos y sugirió terminar “con la politización de las instituciones”, pues tenía que “haber meritocracia”. Todo ello suena muy bien en el discurso público, pero la democratización de los cargos tiene muchos puntos ciegos que no debemos pasar por encima.

En la mayoría de las democracias desarrolladas hay cargos que son elegidos con la participación del Congreso, el Ejecutivo y otros órganos del Estado. En ese sentido, no son una rareza ni una herencia de la “constitución de Pinochet” los nombramientos, por ejemplo, del Contralor General de la República o del Fiscal Nacional (cargos que requieren alto conocimiento técnico). Estos procesos de nombramiento pueden ser más transparentes y abiertos al escrutinio de toda la ciudadanía, pero no parece razonable modificar dichos procedimientos aplicando una fórmula “más democrática”.

Algo similar pasa con la elección de Cores. Bajo el argumento de “democratizar” los cargos y descentralizar el país se decidió, bajo la ley 20.678 de 2013, elegir en forma directa a los Consejeros Regionales. Este domingo, fue la segunda elección directa de Cores y, sin embargo, la mayoría de las personas ni siquiera recordaba que ya había votado alguna vez por alguno de ellos, quiénes son sus actuales Cores y mucho menos conocía quiénes eran los candidatos (¿alguien sabrá siquiera qué significa la sigla CORE?).

En este contexto, los partidos terminan designando candidatos principalmente en función del apellido (y no por mérito). Así, abundan los Lavín, Monckeberg, Morel, Zahri, Labbé, etc. Y esto también puede ocurrir con el nuevo cargo de elección popular: Gobernador Regional. Aunque el objetivo es “descentralizar y democratizar”, el efecto puede terminar siendo el contrario. Piénsese en un Gobernador de la Región Metropolitana elegido democráticamente y que represente al 40% de la población del país. ¿Alguien cree que será generoso con regiones chicas como Aysén o Arica, o en cambio pedirá más recursos para sus electores?

Descentralizar y democratizar requiere una reflexión seria que aún estamos esperando.

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