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Innovación en cítricos reactivaría mercado de US$ 150 millones en EEUU

Entre 2013 y 2014 se perdió el 16,7% de las exportaciones nacionales de naranjas al gigante norteamericano a causa de una plaga que hoy, gracias a un sistema de identificación, es posible visibilizar.

Por: Camila Trincado | Publicado: Viernes 18 de agosto de 2017 a las 04:00 hrs.
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“La agricultura es el sector económico que más crece en nuestro país, además de ser el segundo exportador, con más de US$ 15 mil millones sólo en alimentos. Ahora, la misión es que sea un espacio que nos beneficie a todos”.

Con estas palabras el ministro de agricultura, Carlos Furche, se refirió a las innovaciones para este sector que el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) acaba de premiar.

En esta segunda versión del evento organizado por el organismo dependiente del Ministerio de Agricultura, se presentaron diversas investigaciones y productos orientados a impulsar la industria alimenticia local.

Una de las iniciativas galardonadas permitiría reactivar un mercado de US$ 150 millones en exportaciones de cítricos con destino a Estados Unidos.

Se trata del trabajo de Patricio Hinrichsen, que junto a Natalia Olivares y Carlos Aguirre, elaboró un sistema de identificación genética para visibilizar las plagas en estado de larva en las naranjas. La falta de este sistema implicó una reducción de casi 17% en los envíos de esta fruta en las temporadas 2013-2014.

“Algunos países establecen límites para ciertos productos con estas plagas cuarentenarias. Una de ellas es esta especie (Naupactus Xanthographus), pero como no se podía diferenciar bien se rechazaban todas las partidas sin distinción”, explica Hinrichsen.

La investigación que demandó US$ 100 mil fue financiada con recursos públicos y aportes de la Asociación de Exportadores de Frutas de Chile (Asoex), lo que a juicio del especialista representó un “muy buen negocio, ya que el mercado de los cítricos para Chile ha crecido muchísimo y podría derrumbarse si no manejamos estas tecnologías de identificación de insectos. Entonces es gastar un milésimo para poder salvarlo”.

La opinión fue respaldada por el secretario de Estado, quien además proyectó que “tenemos un buen año desde el punto de vista de nuestras exportaciones de cítricos y creo que esto seguirá así”.

La innovación agropecuaria

Hinrichsen no fue el único premiado. En el evento se reconoció a otras nueve investigaciones, además de los socios estratégicos de éstas y a innovaciones del sector.

Entre ellas estaban un abejorro domesticado para polinizar en condiciones en que las abejas no pueden hacerlo, nuevas razas de ovejas, pigmentación y colorantes naturales con papas y un robot para la cosecha.

“Es un reconocimiento a una labor muchas veces silenciosa, que hace una enorme contribución a la agricultura del país y que retribuye directamente a la sociedad y a los consumidores”, comentó el Director Nacional del INIA, Julio Kalazich.

El instituto ya ha desarrollado más de 270 variedades de cultivos, las que pueden tomar, en promedio, entre doce y quince años de investigación.

A modo de ejemplo, el 100% del arroz y el trigo candeal que se producen en el país en la actualidad forman parte de desarrollos del INIA.

Por esto la entidad está participando en otros 170 proyectos que son financiados con recursos públicos y privados, representando estos últimos un 20% a 25% de la inversión, aproximadamente.

“Sumando todo eso estamos hablando de ingresos a la sociedad de más de US$ 1.000 millones, entonces hay una retribución importante, la sociedad financia la investigación, pero tiene que saber que esa inversión es retribuida con creces”, agregó Kalazich.

INIA ha solicitado hasta ahora 45 patentes, 29 de estas en Chile- con 12 ya otorgadas- y 16 en el extranjero- obteniendo tres por el momento-.

Si bien los productos son en principio para el mercado nacional, en el instituto aseguran que trabajan para el “consumidor global”, por lo que muchas de sus patentes tienen o tendrán aplicación en otros países y serán comercializadas internacionalmente.

Ahora, el enfoque de la institución está en los problemas medio ambientales, por lo que están apuntando a las investigaciones dirigidas a la masificación de la producción de alimentos de manera sustentable y al cambio climático, a través de la biotecnología y la robótica, entre otras.


 

Colorantes de papa y camote

En medio de tendencias que apuntan a componentes naturales y sustentables, el mercado de los colorantes de este tipo ha tenido un crecimiento del orden del 8,4% y se espera que siga en ascenso. En Chile actualmente este tipo de productos son importados, por lo que el INIA, junto a María Teresa Pino y la empresa transnacional FMC Corporation, comenzaron un proyecto para obtener pigmentos naturales competitivos a partir de papas y camotes nacionales. "Se espera que en 2022 el mercado mundial de colorantes llegue a los US$ 4 mil millones sólo para alimentos y Chile tiene un enorme potencial para producir los ingredientes necesarios para ellos, dada su diversidad genética y sus frutos como el maqui, la papa morada y el calafate", explicó Pino. Agregó que "nuestra meta es poder generar todo el sistema para producir de aquí a tres años". El proyecto costó $ 200 millones y ahora está en una segunda fase que contará con financiamiento por casi $ 2.000 millones, enfocado en el escalamiento comercial del producto.


En búsqueda de la súper quínoa

Entre las regiones de Atacama y Biobío se está desarrollando un programa de fitomejoramiento de la quínoa, que busca mejorar el rendimiento de esta semilla adaptada diferentes zonas de cultivo, tolerante a plagas, a la falta de agua y a temperaturas extremas, especialmente en el marco del cambio climático.

El proyecto, que es financiada por la Subsecretaría de Agricultura, el Fondo de Innovación Agraria y gobiernos regionales, consta de varias etapas, teniendo dos en ejecución en este momento, con recursos en torno a $ 300 millones. "Hoy toda la quínoa que se comercializa en supermercados es importada. La quínoa nacional destaca por su contenido de proteína y, en términos de impacto, lo que esperamos es que la industria nacional disponga de materia prima chilena", explica Cristián Alfaro, quien antes trabajaba en el mejoramiento del trigo, proceso que duró alrededor de 50 años. El profesional espera que de aquí a dos temporadas este producto pueda alcanzar un mercado masivo, ya que hoy se considera que su consumo aún es exclusivo. Añade que este proceso debe ser acompañado de un cambio cultural, ya que el consumo local sigue siendo bajo.


Dos nuevas razas ovinas

Rodrigo de la Barra fue premiado por la inclusión de dos nuevas razas de ovejas chilenas: Patagonic Robertson Merino (Región de Magallanes) y Künko (Cordillera de la Costa desde Osorno a Maullín).

La primera tiene un valor especialmente comercial, ya que produce lanas ultra finas y de exportación, mientras que la segunda apunta al segmento del turismo, dado su pelaje oscuro y cueros de color, muy utilizados en la artesanía.

Pero estas no son las primeras razas ovinas chilenas. INIA antes inscribió la chilota y la 4M. De la segunda, se exportaron tres mil ejemplares a Ecuador, constituyéndose en la primera exportación de genética ovina pura, que generó US$ 6 millones en ingresos. Si bien ambas investigaciones fueron apoyadas y financiadas por proyectos y gobiernos regionales, De La Barra asegura que "el gran esfuerzo de recursos lo han puesto los ganaderos, porque ellos crían los animales, hacen la selección y nos facilitan sus instalaciones".

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