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Santuario El Cañi, el modelo sustentable de bosque nativo que varios quieren imitar

Gestionado por los mismos guías de Pichares, en La Araucanía, es un referente para el autofinanciamiento y conservación de otros predios privados.

Por: Fabiola Venegas | Publicado: Viernes 12 de enero de 2018 a las 04:00 hrs.
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Con solo 500 hectáreas de terreno, el Santuario El Cañi, la primera área protegida privada del país, ha sabido consolidar una reputación internacional en sus 27 años de existencia. El hito que marcó este camino comenzó a finales de los noventa, cuando sus dueños, la Fundación Lahuén, cedió la administración del predio a un grupo de vecinos del sector de Pichares, cerca de Pucón, para que ellos continuaran la tarea de promover la conservación de su bosque nativo.

La fundación los capacitó bajo un modelo de manejo sustentable, con fines turísticos y ambientales y los vecinos, por su parte, formaron la agrupación Guías Locales que dio impulso a la pionera iniciativa.

El Cañi proviene del Mapudungún y significa “otra visión”. Justamente ha sido el sello que los propios lugareños le han dado a la prestación de servicios. La reserva natural cuenta con senderos, un refugio de montaña, guías profesionales, cabalgatas y camping, incluso de noche.

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Las tareas se reparten entre quince personas durante el año. Inicialmente, lo más difícil fue atraer visitantes sin sobreexplotar el área, cuenta el presidente de la agrupación de Guías Locales, Manuel Venegas.

Pero el hecho de estar en algunas guías internacionales como Lonely Planet, una de las mayores editoras de guías de viajes en el mundo, y la francesa Le Routar sin duda colaboró a incrementar las visitas. “La primera estadística que manejamos es recién de 2007, ahí entraron 592 personas, al 2016 la cifra subió a  8.900”, precisa.

Respecto al trabajo local, gracias al fuerte marketing con hostales y actores del sector turístico regional a principios de este siglo, “la promoción está ganada”, asegura Venegas.

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Conservación natural

Las labores de protección no han requerido replantación de vegetación, aclara el guía local. Una vez que se reguló el tránsito del ganado por determinados senderos, el bosque empezó a recuperarse de forma natural al igual que la fauna, relata.

A ello se suma, que desde 2007 el santuario trabaja con Fauna Australis. “Hay chicos que hacen seguimiento de nidos, ven las migraciones, tras lo cual hemos notado el regreso de pumas, zorros, gato guiña, lo que años atrás era muy difícil de ver”, recuerda.

Las características del sendero de 8,5 kilómetros de distancia con un desnivel de casi 1.200 metros, regula naturalmente la capacidad de carga de turistas que, en un número excesivo, podrían degradar el bosque. “El nivel de dificultad del sendero selecciona a la gente, así que tampoco tenemos tanto problema de masividad de personas. Estimamos que el sendero no da para más de 100 personas por día”, estima Venegas, quien desde 1994 se encuentra ligado al santuario.

Además, con una pequeña inducción de cómo recorrerlo se controla el comportamiento de los turistas, quienes reciben un mapa y un folleto interactivo sobre sus estaciones informativas.

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Referente codiciado

Además de ser una alternativa real de trabajo, El Cañi es una opción viable para agricultores y dueños de terrenos que están en la cordillera dedicados a una actividad como la ganadería, cada vez menos valorada, y sin mano de obra joven que la ejerza.

“Si bien, no es un parque tan grande ya que tiene solo 500 hectáreas si se compara con el Parque Nacional Villarrica que tiene 66 mil hectáreas y el Parque Nacional Huerquehue que tiene 13 mil, es un modelo novedoso, sobre todo, para el extranjero”, remarca Venegas.

Según el Director Regional de Sernatur, Nelson Curiñir, el interés que concita El Cañi es transversal. Su modelo de administración está siendo considerado por este servicio público para complementar la metodología de valorización de predios fiscales y a partir de ello diseñar una propuesta para el ministerio de Bienes Nacionales con el propósito de mejorar su mecanismo de concesiones.

“Esas actividades generan un flujo económico que por un lado, para la comuna de Pucón y para el territorio de la región, representa un modelo a seguir pues constituye un ejemplo que otros casos similares pueden seguir y desde esa perspectiva la experiencia de El Cañi es muy valiosa”, indica.

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A la vez, repara que existen varios paños de terrenos privados en los que algunos vecinos están interesados en implementar algún sistema que permita su incorporación a la matriz turística y su conservación.

Para el gerente de la sede regional de la Corporación Chilena de la Madera (Corma), Marcelo Bonnefoy, lo interesante es que medianos y pequeños propietarios de bosque nativo podrían generar recursos de manera sustentable mediante una gestión similar a El Cañi.

El santuario recibió del gremio forestal, sede Araucanía, el premio “Cóndor de los Vientos”, por ser la primera reserva natural privada en proteger la araucaria Araucana y por ser administrada por la comunidad local.

El galardón tiene un sabor especial, resalta Bonnefoy. Mientras algunos grupos conservacionistas a ultranza, buscan poner un candado y que nadie ingrese a sus reservas, “acá se acogió la idea de conservación, de apertura a la comunidad para turismo y educación ambiental”.

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