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Las químicas chilenas que innovan con pinturas hechas de plumavit

Cristina Acuña y Constanza Cifuentes son las socias detrás de Idea-Tec, un producto con el que se atrevieron a salir del tradicional laboratorio. Una apuesta por el reciclaje y la reconversión del común plumavit en pintura.

Por: M. Toledo y R. Lucero | Publicado: Lunes 25 de noviembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Cristina Acuña y Constanza Cifuentes, Fundadoras Idea-Tec. Foto: Rodofo jara
Cristina Acuña y Constanza Cifuentes, Fundadoras Idea-Tec. Foto: Rodofo jara

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"¿Qué hacen con esto?". Cristina Acuña miraba un simple pedazo de plumavit que estaba en el suelo de las instalaciones de un Punto Limpio en Vitacura. "Nada", escuchó responder al administrador, quien rápido las desafió: "Nadie lo recicla. Si logran hacer algo con eso, tendrá un tremendo impacto", les dijo.

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Hablaba en plural, porque la química de profesión estaba junto a su colega y hoy socia, Constanza Cifuentes, con quien ya había decidido recorrer un camino fuera del tradicional laboratorio y demostrar que sus conocimientos servirían para hacer una contribución al planeta.

Era 2014, pero su historia había empezado mucho antes. Desde el colegio, la ciencia y el interés por investigar las encaminaba a un destino común, aunque no evidente: la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile.

No fueron compañeras de curso, pero en una escuela pequeña como la de Química, las tesis de pregrado y posgrado las llevaron al mismo grupo de investigación. "Llegábamos al mismo laboratorio. Era un grupo bien entretenido. Asados, más asados, otro asado", se ríen al recordar la escena a mediados de los 2000.

Cuando salieron al mercado laboral, sus intereses las condujeron a empleos distintos, pero complementarios. Empujada por sus profesoras, Constanza explotó su veta comercial. Vendió equipos de laboratorio, hizo de todo en una empresa pequeña y después en una alemana más estructurada disfrutó de las tareas en terreno y conoció el mundo de la minería. Supo de su gusto por trabajar en una planta productiva.

Cristina, en cambio tenía puesto el corazón y la cabeza en la investigación. Su primer trabajo fue en una firma cuya línea principal era la educación en ciencia. Notó que su preparación servía para solucionar problemas reales y se acercó a Corfo, entidad que apuntala el emprendimiento a través de capacitación y financiamiento. "Le encontré sentido a la idea de que la química es mucho más que el laboratorio", comenta.

Hizo un doctorado, pero la respuesta no era lo que esperaba. "En Chile ese paso no es valorado", se lamenta.

Del gremio al plumavit

Con una vida personal y laboral muy activas, hacia fines de 2012 las profesionales se enamoraron de un "hobby" que sorpresivamente catapultó su futura sociedad: la gestación del Colegio de Químicos de Chile.

De las quejas del estilo que los "químicos no somos valorados" en el marco de una reunión de acreditación de la carrera pasaron a la acción. Se juntaban todos los martes a las siete de la tarde, terminaban al llegar la madrugada y se repartían tareas. Un intenso ir y venir que las unió, descubrieron sus fortalezas, energía y lo complementarias que eran. Fue precisamente durante la celebración de la constitución e inscripción del gremio en el Ministerio de Economía en 2013, en un bar, "que las dos empezamos a hablar de por qué no hacíamos algo juntas", explica Cristina, quien presidió el Colegio por varios años. A una le preocupaba que tantas empresas generaran "montañas de desechos y no hicieran nada con ellos"; y a la otra, de cómo era posible que existiera tal cantidad de basura si son compuestos químicos que se podrían usar como materias primas.

La aventura empresarial se activó. De nuevo había reuniones una vez al mes, buscaban información, agendaban conversaciones con el fin de conocer el mundo del reciclaje o de los desechos en Chile. Se hicieron eco del sello verde.

Y así llegaron a un punto limpio en Vitacura en 2014 y aceptaron el reto de darle utilidad al plumavit, un material plástico espumado, la mayor de las veces asociado a maquetas de colegio -el típico sistema solar-, protección de productos electrónicos o, más cotidiano, los típicos copitos de nieve para el árbol de Navidad.

El primer laboratorio

Las esperaban las tareas de laboratorio, de experimentar, de conseguir los químicos necesarios, todo un ejercicio oneroso que Cristina enfrentó primero con recursos propios.

En julio de 2014 nació Idea-Tec dado el interés de postular a un proyecto de Corfo para obtener financiamiento. Les fue mal, pero no se detuvieron."Nuestras primeras facturas son de ese año", rememoran, pues vendieron parte del plumavit que les regalaban.Y tomaron decisiones importantes. Cristina renunció a su pos doctorado y se enfocó en el emprendimiento.

Ya era 2015 y los objetivos eran dos: conseguir fondos e iniciar la investigación. Se adjudicaron recursos del programa Startup-Chile, con los que arrendaron una pieza en la casa de una amiga, donde tenían escritorio, balanzas, dispersor, cuaderno y plumavit.

"Era un laboratorio enano, pero funcionó", cuentan orgullosas. Investigar, observar, anotar resultados, medir cantidades, probar eran verbos que conjugaban el día entero mientras iban sumergiendo muestras de plumavit con distintas mezclas líquidas.

Adhesivo, barniz, pintura...

"Estábamos como jugando, no nos proyectábamos en nada", admiten.

En un momento, la mezcla obtenida se asimiló a Agorex. ¡Eureka! Tenían un adhesivo."Nos fuimos a meter con unos frasquitos a Avenida Matta, donde están todas las empresas que tienen negocios de cartón, para ver qué es lo que podía pasar", narra Constanza.

El entusiasmo duró hasta que conversaron con un experto en el tema, quien además les advirtió que su producto se parecía más bien a un barniz, que al pegamento que estaban buscando. Eso las remeció. Pero siguieron en la misma dinámica: investigar, probar, reflexionar sobre lo que estaban haciendo...Y cuando estaban en eso, surgió otra alternativa que las cautivó: hacer pintura con plumavit.

Fue difícil, la ayuda no fue tan obvia, pues las personas relacionadas con Innovación y Desarrollo (I+D) tienen acuerdo de confidencialidad y sólo asesoran con algunas pistas. "La primera formulación de pintura que teníamos era perfecta, pero muy cara", recuerdan.

El emprendimiento requería alguien que las apoyara con las fórmulas del producto y también una mayor relación con los proveedores, que "son los que efectivamente logran ayudarte a solucionar los problemas", destacan.

Su proyecto fue un secreto por un buen tiempo. "Al principio, no hablábamos de plumavit, porque lo que queríamos era evitar que la gente se enterara que estábamos trabajando con este plástico en particular, y no fue hasta 2017 que nosotras dijimos que en realidad lo que estábamos tratando era este plástico que se llama plumavit".

Probar y probar fue el sello del período 2015-2016, además del proceso de patentamiento que lo recuerdan como "súper largo". El problema era que los fondos se reducían y estuvieron a punto de abortar. Constanza ya había desembarcado a tiempo completo en la empresa.

Recursos privados y la adjudicación de un financiamiento de Corfo -ahora sí- les devolvieron el aire. A esas alturas, Idea-Tec ya tenía una base más sólida: sabían que su pintura servía para demarcación vial o pisos, por ejemplo los de alto flujo de centros comerciales.

Una planta en Colina

A fines de 2017, los centros comerciales entraron a su cartera de clientes. Hoy suman constructoras, fábricas, industrias, un laboratorio farmacéutico, contratistas, todos a quienes también les interesa la sustentabilidad.

Si en 2018 facturaron $ 100 millones, hasta septiembre de este año visualizaban el doble. Tienen una planta en Colina y trabajan con nueve personas. Nadie tenía en los planes eso sí el estallido social, una situación que les genera sentimientos encontrados: "Lo que está pasando es necesario, hace mucho tiempo que el sistema que tenemos en nuestro país no está funcionando bien para todos, y aparentemente si no existe presión como la que se está imponiendo ahora, las cosas no se mueven, y ya era hora de que las cosas se empezaran a mover", argumentan.

¿La otra cara? "El conflicto nos afecta mucho como PYME", admiten. Su espalda financiera no es la misma que la de una gran empresa, "por lo que mientras más tiempo se prolonga esto, más nos afecta y, probablemente, las primeras empresas en caer serán las chicas".

A ellas este escenario las encuentra en un momento donde los planes incluían ampliar el segmento del negocio, ahora de la mano de un esmalte al agua que les permitiría entrar a la casa de los chilenos. "Estamos enfocadas en crecer y consolidarnos, y una vez lograda esa etapa, mirar hacia afuera (...) Pensamos Estados Unidos y Europa, pero aún no tenemos nada avanzado", exponen.

- ¿La situación de Chile hoy las hecho reflexionar cómo mujeres empresarias y de su relación con los trabajadores?

-Honestamente, siempre nuestra visión de empresa ha sido ser parte íntegra de la sociedad, en el sentido que uno como PYME o gran empresa, tiene un efecto en su entorno, y la idea es que ese efecto siempre sea positivo, y empezando desde adentro, es decir, tener una empresa contenta, con gente motivada haciendo equipo.

- ¿Cuál es el desafío principal para la sociedad chilena?

-La equidad, estamos muy convencidas que una sociedad más equitativa es más justa y, por lo tanto, más tranquila y contenta. Si logramos vernos todos con los mismos derechos, incluyendo uno tan importante como el respeto, estos perfunden y crean una mejor sociedad.

- ¿Se sienten exitosas?

- Es difícil la respuesta. Pero emociona pensar cuánto estamos motivando. Una vez nos llegó un dibujo de nosotras que hizo un niño que no conocíamos para una disertación, también nos han llamado de universidades para charlas. ¿Exitosa? Sí, pero queremos más...

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