Gastronomía

Casa Real a los 25

Por: | Publicado: Viernes 5 de diciembre de 2014 a las 05:00 hrs.
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El vino más importante de la Viña Santa Rita, que representa la constancia, la fe y la elegancia, acaba de cumplir 25 años. Desde 1989, allí en la precordillera del Maipo donde nacen las exclusivas uvas de Cabernet Sauvignon que lo componen, el clima, el suelo y la mano de una sola enóloga, Cecilia Torres, han creado uno de los vinos más representativos de lo que verdaderamente podría llamarse un gran vino chileno, amén de los apelativos como ícono, ultra premium y otros que la propia industria vitivinícola ha inventado.

Un verdadero gran vino tinto chileno debe estar primero hecho de la mejor cepa que se da en Chile, el Cabernet Sauvignon. Segundo, debe registrar una constancia de calidad, que en este caso es palpable desde 1989 y sólo con tres excepciones (no se hicieron las añadas 1992, 2000 y 2006). Tercero, debe tener una mano enológica que ojalá respete la mínima intervención, lo que es el caso de Cecilia Torres.

Esta feliz trilogía es la que permite crear uno de los vinos que están en la memoria de los amantes del vino, y que no puede dejar de asombrar a los nuevos bebedores. La elegancia, el equilibrio aromático, la suavidad de los taninos, la larga persistencia son características comunes que se pueden apreciar ya sea en su versión 1995 como en su aún no lanzada cosecha 2011.

Se trata, al final del día, de un vino que se vuelve emblemático, que mucho más allá de la discusión sobre si se trata de un clásico, es un símbolo de que los vinos se pueden hacer con cariño, con constancia, con el terruño de Chile palpitando en la botella.

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