CAMBIO DE MANDO EN ARGENTINA

La “fase dos” de la estrategia DC

Luego de la etapa de los intentos de reposicionamiento, con autonomía en sus acuerdos con el gobierno, el partido busca tender puentes con la oposición a un año de las municipales y elección de gobernadores.

Por: Rocío Montes | Publicado: Viernes 13 de septiembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Foto: Agencia Uno
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En las últimas semanas, la Democracia Cristiana ha realizado al menos tres importantes gestos hacia sus exaliados de la disuelta Nueva Mayoría.

Hace un mes, el 12 de agosto, el presidente de la colectividad, Fuad Chahín, envió una carta a los timoneles del PS, PPD y PRDS, invitándolos a iniciar un “trabajo conjunto” con miras a las próximas elecciones de 2020.

Luego, a diferencia de lo que hicieron otros sectores de la oposición –como el propio Frente Amplio–, los democratacristianos fueron firmes en apoyar a los socialistas luego de las palabras de la ministra vocera, Cecilia Pérez, que acusó al PS de tener vínculos no aclarados con el narcotráfico. Una tercera señal: aunque se dejara en libertad de acción a los parlamentarios con respecto a la acusación constitucional contra la ministra de Educación, Marcela Cubillos, el presidente de la bancada DC, Gabriel Ascencio, suscribió y patrocinó la presentación impulsada por los socialistas.

Es parte de la nueva etapa de la estrategia DC. O la “fase dos” –como explican en la colectividad– que estará marcada por los gestos hacia la oposición, con el objetivo de tender puentes a un año de las elecciones municipales y de gobernadores regionales de octubre de 2020.

Se trata de no seguir tensionando las relaciones con la exNueva Mayoría y el Frente Amplio, cuando lo importante para todos pasa por llegar a determinados acuerdos que les permitan competirle a la derecha.

En cualquier caso, no se trata de un escenario en blancos y negros.

Recuperar espacios

Desde que en junio de 2018 asumió como presidente del partido, Chahín se embarcó en intentar reposicionar a la DC, recuperar su espacio perdido, con absoluta autonomía de las otras colectividades de la oposición.

Su triunfo fue la expresión de los que no estaban conforme con la DC izquierdizada dentro de la Nueva Mayoría, sin carácter ni protagonismo, cuyo espacio en la política chilena se difuminaba en el tiempo (entre el 2013 y 2017, la DC perdió el 36% de sus electores).

Los últimos 15 meses fue la época de los acuerdos con el gobierno y el papel bisagra del partido en el Congreso, donde, de paso, se logró contener el crecimiento de Evópoli, uno de los principales temores democratacristianos al iniciarse el segundo gobierno de Piñera.

En definitiva, lo de 2018-2019 fue la pérdida del temor y el miedo escénico de votar distinto al resto de la izquierda, como lo demostraron con la reforma tributaria en la Cámara de Diputados.

Camino propio

Pero es una etapa que se considera cumplida. No se trata de que se vaya a abandonar por completo y que desde ahora se niegue la sal y el agua al Ejecutivo, en línea absoluta con el resto de la oposición.

En las próximas semanas, sin embargo, comenzarán a observarse nuevos gestos de acercamiento con los otros partidos opositores con miras a abril, la fecha límite para inscribir algún tipo de primarias.

La DC no aspira al camino propio y solitario en lo electoral –porque sería un suicidio político–, sino a construir mayorías desde la oposición, con diálogos y acuerdos. Defienden, a su vez, que el sector no llegaría a constituir ninguna mayoría sin la DC.

El destino de Cubillos

Está por verse, en cualquier caso, lo que opina el resto de la oposición sobre los acuerdos con la DC, luego de que los democratacristianos le tendieron la mano al gobierno de Piñera en proyectos emblemáticos de la actual administración, como la Modernización Tributaria (incluyendo la reintegración del sistema, que saca ronchas en el ala izquierda), la Reforma Previsional y Aula Segura, junto a otras iniciativas como la de Integración Social.

Por lo pronto, la carta de invitación de Chahín a un “trabajo conjunto” con miras a las próximas elecciones de 2020, solo ha sido contestada por los radicales.

El trabajo avanza: con el objetivo de acercar posiciones con el resto de la oposición, la DC armó un equipo negociador liderado por el secretario general, David Morales, al que se le sumó a Genero Arriagada y Aldo Cornejo, en una especie de representación de la disidencia interna. Se trata de dos figuras de la Concertación, donde primaba una cultura del entendimiento que parece perdida en la centroizquierda.

Para poca fortuna del gobierno, sin embargo, esta “fase dos” de la estrategia DC choca con el destino de Cubillos y la acusación constitucional en su contra. Porque al Ejecutivo, si quiere salvar a la ministra de Educación, no le bastará solo con la DC, que en este asunto será especialmente cuidadosa para no tensionar las relaciones con el resto de la oposición. Como ejemplifican los democratacristianos: no se puede ser Robin Hood todos los días.

En el caso de la acusación contra Cubillos, el partido no va a castigar a los parlamentarios que no la apoyen. Pero la DC no puede permitirse de ningún modo en este momento ser la principal causante del rechazo de la acusación. Sería una herida profunda y difícil de sanar en el corto plazo con miras a las futuras elecciones.

Por lo tanto, con calculadora en mano, se calcula que ojalá un número menor de diputados de la DC rechace la acusación y que no inclinen de ninguna forma la balanza. Porque a diferencia de los proyectos de ley o reformas, donde el partido puede mostrar determinadas conquistas en sus negociaciones, no sucede lo mismo con la iniciativa contra Cubillos.

¿La DC se pone dura y comienza a izquierdizarse nuevamente en el segundo tiempo? Habrá que ver…

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