CAMBIO DE MANDO EN ARGENTINA

Segunda Cuenta Pública ¿Retoma Piñera el relato de los grandes acuerdos?

El Presidente mañana en su discurso delimitará los proyectos que privilegiará en el Congreso y, sobre todo, despejará una de las principales dudas de la escena política: si intentará reponer o no el clima de los grandes acuerdos con la oposición que marcó el comienzo del gobierno.

Por: Rocío Montes | Publicado: Viernes 31 de mayo de 2019 a las 04:00 hrs.
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La de mañana será una cuenta pública de dudable sintonía –un sábado no festivo a las 21 horas–, pero crucial para el Ejecutivo y la política. Con un 2020 donde arranca la temporada electoral –en octubre serán las elecciones de intendentes y gobernadores–, el discurso presidencial delimitará la agenda para lo que queda de mandato. En medio de una estrategia de La Moneda de llenar la cancha legislativa con sus proyectos de ley y sus reformas, será el momento en que el presidente Sebastián Piñera apueste por una delimitada agenda y comunique a los ciudadanos los énfasis que le quiere dar a su administración, luego de los primeros 15 meses. Se espera que el mandatario entregue una hoja de ruta donde amarre lo que ha insinuado y resuelva uno de los principales nudos de la política chilena: ¿apostará nuevamente a instalar el clima de diálogo con la oposición, como intentó sin éxito en 2018?

El tablero de ajedrez donde juega Piñera es complejo. De partida, no tiene mayoría en el Congreso (un asunto en que fue la coalición, Chile Vamos, la que quedó al debe en 2017 y deberá corregir en las de 2021). La oposición –que defiende su mayoría en el Congreso– ha mostrado mayor dureza que la esperada por la derecha (probablemente porque sospechan que, si las elecciones fueran este domingo, el oficialismo sería reelegido). Dentro de su mismo sector político, el Jefe de Estado tiene –adicionalmente– a dirigentes que le piden no desnaturalizar su agenda a cambio de concesiones a la izquierda. Políticamente, sin embargo, Piñera parece no tener otra salida que seguir buscando acuerdos para llevar adelante su programa, un objetivo que La Moneda parece haber dejado de perseguir luego del primer año de mandato y de la poca acogida de buena parte de la oposición.

Con una popularidad de 33% de acuerdo a Cadem y un crecimiento económico menor al esperado, el presidente mañana despejará la incógnita sobre el sello que le pretende dar a una etapa crucial de su mandato. Probablemente, la protección social, la clase media y las reformas políticas tendrán un lugar destacado en el discurso.

Ordenar la cancha legislativa

En 2019 el gobierno ha desplegado su agenda legislativa en el Congreso, con cierta hiperactividad. Varias reformas corren actualmente en paralelo: la tributaria, de pensiones, la laboral, la de salud. Se trata de una estrategia que busca llenar el espacio político en el Poder Legislativo, a diferencia de lo que se hizo en el año del arranque. Siendo minoría, es la manera elegida por el oficialismo para mantener ocupada a la oposición y evitar que la izquierda se tome la agenda con temas incómodos para la derecha, como los valóricos. Mañana, sin embargo, el presidente Piñera debería "amarrar": priorizar las iniciativas de mayor importancia para su mandato y dejar de lado las que no resulten cruciales. Se esperan también algunos grandes anuncios en torno a la crisis institucional que vive el país, como indicó el ministro Gonzalo Blumel esta semana.

Constantes crisis por conflictos de interés

El presidente Piñera llega a la segunda cuenta pública de este mandato arrastrando por semanas una controversia en torno a la presencia de dos de sus hijos en la gira de Estado a China. Se trata, a estas alturas, de una constante del actual gobierno: no comprender que la ciudadanía se volvió en los últimos años sumamente crítica a los privilegios no merecidos. Sucedió con la nominación del hermano del presidente como embajador en Argentina o con la designación de la hija de un exsocio del mandatario como agregada comercial de Chile en Nueva York. En el manejo de las controversias se ha observado un deficiente manejo político.

La amenaza de la economía

La economía no ha andado al ritmo que hubiese soñado el presidente Piñera. Hubo un crecimiento de 1,8% el primer trimestre, por debajo de lo esperado, aunque el ministro Felipe Larraín insiste en que en 2019 se llegará a la meta del 3,5%, pese a proyecciones de organismos internacionales como la OCDE. El mundo empresarial ha alertado sobre las causas: "Hay una responsabilidad muy importante en el Imacec del primer trimestre de la mala forma en que se han discutido las reformas", indicó a comienzos de mayo el presidente de la CPC, Alfonso Swett. Con un escenario incierto dada la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el crecimiento poco robusto de este segundo año ha afectado al gobierno, aunque no existe consenso acerca de si se trata de una de las causas centrales.

Popularidad a la baja

Piñera enfrenta esta segunda cuenta pública con el menor respaldo de lo que va de este mandato: tiene una popularidad de 33% y un 52% de rechazo, de acuerdo a CADEM. En medio de la polémica por la participación de sus hijos en el viaje a China, noticias económicas desalentadoras y un clima político hostil que el gobierno no ha logrado revertir políticamente, su baja popularidad no es una buena noticia en un régimen presidencialista y sin mayoría en el Congreso, donde la figura del Jefe de Estado es sustancial para llevar adelante un programa de gobierno. No era improbable que sucediese –Piñera no se caracteriza por la empatía–, pero parece necesaria una estrategia política eficiente para revertir los números de las encuestas. Los eventos internacionales que tendrán lugar en Chile el segundo semestre –APEC y COP– podrían ser buenas oportunidades.

La necesidad de retomar los grandes acuerdos

El gobierno ha sido errático en su objetivo de buscar grandes acuerdos con la oposición y, de esta forma, instalar un nuevo clima político en Chile, luego de un 2014-2018 polarizado. Aunque este período arrancó con el propósito firme de alcanzar el diálogo, la estrategia se fue diluyendo en el tiempo. En su discurso de mañana, por lo tanto, se espera que el Presidente marque una línea sobre este asunto. Lo necesita: sin mayoría en el Parlamento y con una oposición menos transigente que lo esperado por el oficialismo, de querer avanzar en su agenda legislativa el gobierno necesita conversar y convencer, aunque quizá con estrategias diferentes a las usadas hasta ahora (¿está liquidada la fórmula de dialogar con los líderes opositores antes de ingresar las iniciativas al Congreso?). La Moneda tiene una misión compleja: llegar a acuerdos con la vereda de enfrente, pero evitando que sus proyectos se desnaturalicen y no convenzan ni a los propios. Pero Piñera necesita gobernar y dar señales a los ciudadanos que lo respaldaron, entre otros asuntos, para disminuir la crispación.

Un clima político conflictivo

A diferencia de lo que sucede en la ciudadanía –donde con la excepción de Codelco, no existen ni grandes huelgas ni paros ni movilizaciones–, en Chile se vive un clima de conflicto político. La oposición defiende su mayoría en el Congreso, mientras el oficialismo defiende su mayoría en La Moneda, pero la confrontación los perjudica a ambos. Con una oposición que tiene poco que perder –probablemente su mayor ganancia sería la de hacer fracasar a Piñera–, resulta evidente que el gobierno es el mayor perjudicado con esta dinámica que la ciudadanía castiga. Dada la popularidad del Presidente –a la baja–, parece altamente probable que la estrategia de culpar a los adversarios de "antipatriotas" no ha dado frutos. ¿Habrá sido lo suficientemente consistente el Ejecutivo en lo de endosarle la responsabilidad a la oposición por la falta de avances?

El caballo de batalla: la clase media

Dado el reciente anuncio de la Red de Clase Media Protegida, resulta de total lógica que el discurso presidencial estará enfocado en buena parte en este segmento de la población, que representa a seis de cada 10 chilenos, de acuerdo a algunas proyecciones. El asunto tiene al menos dos componentes. El primero, de tipo político: la derecha intenta quitar a la izquierda banderas que la actual oposición consideraba propias, como la protección de los sectores menos favorecidos. Para la derecha, como ha dicho el mismo gobierno, se trata de un segmento que ha sido históricamente "invisible" para el Estado. El segundo elemento tiene relación a lo electoral: ¿existe alguna mejor forma de conquistar el centro y aspirar a un segundo período consecutivo en La Moneda que dirigiéndose a los grandes grupos medios? Un seguro catastrófico para este segmento –la protección social que impulsó Bachelet 1– seguramente será uno de los puntos cruciales de la cuenta pública de mañana.

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