Columnistas

Acuicultura chilena: ¿Camino al abismo?

Fernando Barros Tocornal Abogado, consejero de SOFOFA

Por: Fernando Barros Tocornal | Publicado: Viernes 2 de junio de 2023 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Fernando Barros Tocornal

A un voto de ser ley estuvo el sueño del ecologismo más extremo, promovido y financiado desde el exterior con prescindencia del ser humano, de las comunidades locales y del desarrollo de nuestro país, los que junto a políticos cegados por su odiosidad visceral contra el emprendimiento privado y que han hecho su objetivo de gobierno, sumándose al grito de guerra contra la industria que hiciera el Presidente Boric, el terminar con la salmonicultura en una vasta parte de las áreas marinas de Chile.

Esto, olvidando que esta actividad sólo se desarrolla en sectores que la autoridad, según la normativa legal vigente por años, ha calificado técnicamente como Áreas Aptas para Acuicultura (AAA), que ocupan en la práctica cada año de ciclo sólo un 0,0005% (4.120 hectáreas) de la zona económica exclusiva de nuestro país (79 millones de hectáreas) y un 0,02% de los aproximadamente 20 millones de hectáreas que son parte de las áreas marinas protegidas del sur de Chile.

“Mientras Noruega, de gran desarrollo y conciencia ambiental, anuncia que quintuplicará su producción en las próximas tres décadas, nuestro pequeño país, necesitado de desarrollo, decide agregar a las complejidades y exigencias para nuevos centros de salmonicultura”.

La acuicultura chilena es el segundo exportador nacional y la industria del salmón aporta casi el 75%, con US$ 6.600 millones, generando más de 70.000 fuentes de trabajo y representando “un eje importante en el crecimiento y desarrollo económico-social de las regiones que componen la macrozona sur de Chile (la Araucanía, Los Ríos, Aysén y Magallanes) aportando en la generación de empleo directo e indirecto, PIB regional, cosechas de salmónidos y exportaciones regionales” (Bergoeing y Doña). Una industria que ha tenido un progreso relevante en la temática laboral, ambiental y demás complejidades que supone la crianza de biomasas en condiciones climáticas y de aislamiento muy adversas.

Mientras Noruega, país de relevante desarrollo y conciencia ambiental -y principal exportador mundial de salmón-, anuncia que quintuplicará su producción en las próximas tres décadas para satisfacer la necesidad de proteínas de la población mundial, nuestro pequeño país, necesitado de desarrollo, decide agregar a las complejidades y exigencias para nuevos centros de salmonicultura, que pueden tomar hasta siete años de tramitación, la amenaza de prohibir nuevas concesiones que permitirían el crecimiento de la producción y mantener la posición estratégica de Chile en el concierto mundial. Buscan condenar a muerte a un 32% aproximado de los centros productivos que funcionan legalmente en AAA ubicadas en zonas marinas protegidas, ya que muchos de estos cuentan con concesiones que vencerán mayoritariamente la próxima década y no podrán ser renovadas.

Se alega que se permitiría la relocalización de los centros ubicado en las zonas excluidas, lo que sería letra muerta, como queda en evidencia por la experiencia de los últimos años, en que ni una sola nueva concesión para relocalización ha sido aprobada por las autoridades, sin considerar que la relocalización requiere de los mismos trámites y tiempos que una nueva concesión.

El mar que tranquilo nos baña no puede ser sólo objeto de contemplación ni sustraérsele de la más importante actividad económica de las últimas décadas, estableciendo que más del 40% de su superficie sea toda excluida de aportar al bienestar de la zona sur de nuestro país. Así lo proclama la nueva religión del decrecimiento y de la supremacía de la naturaleza por sobre el ser humano, incluso a costa del desarrollo y sobrevivencia de éste, negándose al posible equilibrio entre desarrollo y sustentabilidad del mar chileno que es posible conforme a los estrictos parámetros ambientales que rigen la acuicultura.

Lo más leído