¿Cómo lidiar con el caos? Chile frente a la política comercial de Trump II
NICOLÁS PERRONE Profesor de Derecho Económico y Director de Cedres, U. Valparaíso.
En su último número, la revista The Economist ha descrito la política comercial de Trump como “The Age of Chaos”. Si bien Estados Unidos viene dando un giro contrario al libre comercio desde 2017, con la administración Trump I, con Trump II los cambios son a otra escala. La política comercial se ha vuelto mucho más caótica e impredecible.
Caótica porque es lo opuesto al orden. Trump no tiene interés alguno en respetar los compromisos internacionales de Estados Unidos, ni las instituciones internacionales en la materia. Impredecible porque no queda claro si responde al déficit comercial de Estados Unidos, a la rivalidad con China, o a otras razones, ni tampoco sabemos cómo se calculan los aranceles adicionales.
“Las economías deberían resistir una reacción demasiado rápida. Es útil mantener conversaciones para entender mejor la postura de EEUU, pero ofrecer concesiones rápidamente puede ser un error. Existen, al menos, tres razones”.
Pero hay otra novedad con Trump II. Estados Unidos ha decido olvidarse de sus amigos. Ya desde Obama podía verse la intención de desplazar a China de su lugar en las relaciones comerciales, al lanzar el TPP como una iniciativa para escribir las reglas del comercio antes que lo hiciera China. Luego Biden lanzó el Indo-Pacific Economic Framework for Prosperity (IPEF) y el American Partnership for Economic Prosperity (APEF), cuyos objetivos eran coordinar una nueva política comercial más acorde al objetivo de la prosperidad, pero con la intención también de apartar a China. Estas propuestas afirmaban categóricamente que Estados Unidos no dejaría a sus aliados de lado. La novedad es que Trump II los ha dejado de lado. El caos de los aranceles ha afectado a Canadá, la Unión Europea y el Reino Unido, Australia, entre muchos otros.
En Latinoamérica, los afectados por los aranceles son también países con los que EEUU tiene tratados de libre comercio (TLC). Son muchos: solo en Sudamérica, además de Chile, se encuentran Colombia y Perú. Biden quiso formar con ellos y otros países de la región APEP, y explorar otras formas de promover comercio e inversiones. Trump se olvidó de todo esto al imponer aranceles unilateralmente.
¿Qué debe hacer Chile en este contexto? Por las declaraciones hechas por Trump y sus funcionarios, parece que EEUU espera que los países vayan corriendo a ofrecer algo a Washington, algo más de lo ya pagado por los TLC y por lo que EEUU ha consolidado en la OMC. Ese algo no es menor, incluye por ejemplo rebajas arancelarias y reglas sobre propiedad intelectual, servicios, limitaciones a la transferencia de tecnología y protección de inversiones, entre otros.
Las economías deberían resistir esta reacción demasiado rápida. Por supuesto, es útil mantener conversaciones para tratar de entender mejor la postura de EEUU, pero ofrecer concesiones rápidamente puede ser un error. Existen, al menos, tres razones.
La primera porque Trump no juega conforme el estado de Derecho sino con las leyes de la jungla. El más poderoso así gana casi siempre, y no se puede hacer mucho si no cumple su palabra.
La segunda porque quienes han negociado los TLC no tienen necesariamente la capacidad para comprender las implicancias geopolíticas y otras materias estrechamente vinculadas. Es necesario considerar múltiples variables, no solo comerciales, y esto necesariamente requiere algo de tiempo.
La tercera, y quizás la más importante, porque muchos países están en la misma situación, incluso en la región.
Siguiendo la posición de los países del Sudeste Asiático, que han mantenido contactos individuales con EEUU, como reuniones en el marco del ASEAN (Association of Southeast Asian Nations), Chile debería coordinar con sus vecinos de la región , especialmente aquellos que también tienen un TLC con Estados Unidos.
Una forma es hacerlo a través de la Alianza del Pacifico, que reúne a Chile, Perú, Colombia y México. La otra es hacerlo a través de APEP, iniciativa creada por EEUU, que reúne a todos los países de América con TLC con Estados Unidos, más otros como Ecuador y Uruguay. Puede haber otras instancias. Lo importante es que esta coordinación regional también debería alcanzar a los sectores privados.
En una situación caótica, en la jungla, ganan los más poderosos, especialmente si los más débiles van a su encuentro uno a uno. Los países con TLC con Estados Unidos tienen diversas instancias para acercarse como grupo y la Alianza del Pacifico es una. Esta estrategia puede ser más costosa en el corto plazo, por los costos de coordinación, pero puede ser la mejor en la mediano y largo plazo, especialmente si creemos, como dice el The Economist, que hemos entrado a una era del caos.