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El 23-O negro para la Nueva Mayoría

La derrota del bloque oficialista representa un golpe para el Gobierno, deprime a su base parlamentaria y, sobre todo, inyecta pesimismo en el sector con miras a las presidenciales 2017, que Chile Vamos afrontará con el camino despejado.

Por: Rocío Montes | Publicado: Lunes 24 de octubre de 2016 a las 04:00 hrs.
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En las municipales de 2008 la Alianza obtuvo un 47,58% frente a la 38,52% de la Concertación, augurando lo que sería el primer triunfo que la derecha conseguía en 20 años en unas presidenciales, como finalmente sucedió con el candidato Sebastián Piñera en las elecciones de 2009-2010. Los resultados de este domingo, por lo tanto, representan un pronóstico negro para el conglomerado de gobierno, que abre un período incierto con miras a buscar un improbable y dificultoso cambio de rumbo. Si antes de las municipales el escenario de la Nueva Mayoría era complejo y para sus dirigentes resultaban cuesta arriba estos últimos 17 meses de administración, sacar delante la agenda legislativa y mantener el poder en 2018, estas municipales han representado un golpe y una inyección de pesimismo en todos los frentes: para el Ejecutivo, la base parlamentaria, los partidos y los electores. Para Chile Vamos, por el contrario, la jornada electoral de este domingo ha despejado el camino y mostrado que tiene condiciones inmejorables con miras a las próximas elecciones.

La Nueva Mayoría prácticamente no tiene razones para celebrar y lo demostraron los rostros de la presidenta Michelle Bachelet y el exmandatario Ricardo Lagos cuando por la noche reaccionaron a los resultados.

Perdió la madre de todas las batallas, la comuna de Santiago, con una de sus figuras históricas, la exministra de Michelle Bachelet y emblema del laguismo, la alcaldesa Carolina Tohá (PPD). Representa una hemorragia en el corazón de la centroizquierda frente a un candidato como Felipe Alessandri (RN), que aparentemente no era el de mayor potencia de su sector. El oficialismo, en paralelo, perdió la segunda comuna de mayor importancia en el país, Providencia. Chile Vamos recuperó el municipio luego de una administración paréntesis de cuatro años de Josefa Errázuriz, independiente apoyada por la Nueva Mayoría, frente a la excandidata presidencial Evelyn Matthei (UDI). De las diez comunas de mayor tamaño del país, la derecha se quedó con ocho: Puente Alto, Maipú, La Florida, Santiago, Viña del Mar, San Bernardo, Temuco y Las Condes. Como en 2008, representarán una plataforma robusta con miras a la campaña para recuperar La Moneda. El expresidente Sebastián Piñera celebrando anoche con los principales triunfadores fue la expresión de las energías renovadas de un conglomerado que, aunque tampoco ha brillado, tiene enfrente a un adversario demasiado debilitado.

El oficialismo ha centrado su mirada en el alto nivel de abstención, que sin duda es histórico desde la implementación del voto voluntario y la inscripción automática en 2012. Pero aunque la baja participación es un llamado de atención a toda la clase política, como señaló anoche Lagos, la Nueva Mayoría no puede obviar el mensaje que les ha hecho llegar la ciudadanía. Todavía es pronto para desentrañar las causas del golpe que ha sufrido en las urnas, pero parece claro que el 15% de respaldo que le otorgó la encuesta CEP al gobierno tiene correlación con el parecer de los electores. La presidenta Bachelet, desde este lunes, tiene muchas misiones para un tiempo reducido. Deberá decidir, por una parte, si rectificará el rumbo de la administración, que no ha podido conseguir que los ciudadanos respalden su agenda de reformas. En una línea operativa, la Jefa de Estado en los próximos días tendrá que definir si modificará el equipo político que la acompañará en la fase final de su gobierno, como le han pedido hace meses en su bloque. En estas circunstancias, parece todavía de mayor relevancia que robustezca su gabinete.

 Pero Bachelet tendrá que tomar una decisión todavía de mayor relevancia: a diferencia de lo que eligió en 2009, la presidenta deberá decidir si está dispuesta y puede asumir el liderazgo de un conglomerado debilitado que corre nuevamente el riesgo de perder La Moneda y trabajar por colaborar con la sucesión. Con un respaldo mínimo como el que tiene resulta posible que no lo consiga, pero desde el gobierno debería provenir la fuerza que garantice que el divorcio entre la mandataria y la Nueva Mayoría no se profundice y se haga realmente irreversible.

Las presidenciales 2017 parecen menos confusas en Chile Vamos que en la Nueva Mayoría, donde no resulta evidente lo que ocurrirá a partir de este lunes y hasta fines de enero, donde los partidos de centroizquierda terminarán de definir a sus respectivos candidatos.

Pero existen dos elementos que comienzan a instalarse con mayor fuerza a partir de este 23-O negro para el oficialismo. El primero está relacionado con las dificultades serias que tendrá cualquier abanderado del sector, quien quiera que sea, para poder ganar las presidenciales. El segundo aspecto, que a esta hora se comienza a discutir en el bloque de gobierno, tiene relación con las características de su abanderado. En un momento de descomposición en que está en juego hasta la supervivencia del conglomerado, el espacio para elegir se estrecha. Las fuerzas políticas, por lo tanto, se inclinan aparentemente en torno a figuras probadas como Lagos, aunque no satisfaga las ambiciosas expectativas en los sondeos de opinión.

Para la Nueva Mayoría –el Gobierno, los parlamentarios, los partidos y sus electores–, parece haber llegado la hora de salvar los muebles.

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