Macro

Joanna Davidovich: la ficha clave de Fontaine en Economía

La jefa de asesores del ministerio tendrá un papel central en la Agenda de Reimpulso Económico que prepara la cartera.

Por: Rocío Montes | Publicado: Lunes 22 de julio de 2019 a las 04:00 hrs.
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No le gusta la exposición. El mundo político no es su mundo, sino el técnico. Es ampliamente conocida en los círculos de la economía, pero se siente cómoda trabajando con un bajo perfil, en una segunda línea menos expuesta. La economista Joanna Davidovich Gleiser -nacida en Lima, pero nacionalizada chilena-, llegó a Santiago en 1991 sin conocer a nadie en este país, empujada por la Guerra del Golfo Pérsico, que hizo insostenible su vida en Israel, donde estudiaba en la Universidad de Tel Aviv.

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Fue en la Universidad Católica donde retomó sus estudios y conoció al ministro Juan Andrés Fontaine, uno de los maestros que la marcaron desde su época universitaria. Mano derecha del economista desde mediados de los años noventa -desde 1996 a marzo de 2010 fue parte de Fontaine y Paul Consultores-, retornó al Ministerio de Economía hace un mes como jefa de asesores del flamante secretario de Estado.

Junto con supervisar y potenciar las oficinas GPS y OPEN -destinadas a identificar y resolver cuellos de botella para las inversiones en el país y a mejorar y armonizar el entorno regulatorio, respectivamente-, tendrá un papel central en la Agenda de Reimpulso Económico que prepara la cartera.

“Funcionan de memoria”, describe Lucas Palacios, subsecretario de Obras Públicas, que los observó trabajar en conjunto entre marzo de 2018 y el mes pasado, mientras Fontaine lideró la cartera y Davidovich era su jefa de asesores, el cargo que mantiene ahora en Economía. “Juan Andrés es una persona muy inteligente que tiene una visión de largo plazo que luego debe bajarse a acciones concretas. Joanna baja a nivel concreto -en la acción, en el día a día-, la visión del ministro”, señala Palacios.

Junto con sus habilidades profesionales, apunta a “la energía” de la economista y su capacidad para generar adhesión y lealtad por parte de sus equipos. “Además de su gran sentido del humor”, agrega Palacios. “Jamás se le olvida algún detalle. Si Joanna está en la mesa, todo el mundo se queda tranquilo: ningún fleco quedará suelto”.

Con oficina el piso 12 del ministerio de Alameda 1449, en Economía relatan que Davidovich llega a trabajar a las ocho de la mañana y se va alrededor de las nueve de la noche, por lo que abandonó por completo en la semana uno de sus pasatiempos favoritos: el deporte. La economista es parte del círculo de máxima confianza con que Fontaine regresó al ministerio, compuesto también por Francisco López (jefe de gabinete en el MOP, que está a cargo ahora de los temas regulatorios y legislativos) y José Luis Uriarte (encargado de estrategia general y territorial). Juntos arroparán al ministro en una labor crucial para la actual administración: reactivar la inversión y generar empleo.

Los fuertes de Davidovich están justamente en esa línea: especialista en macroeconomía, a lo largo de su vida profesional se ha enfocado principalmente en armar agendas de productividad y en temas de regulación y competencia para impulsar el emprendimiento y la inversión.

Aunque nació en Perú y se nacionalizó chilena, la economista -casada y tres hijos de 24, 20 y 18 años-, es descrita como “una mujer globalizada”. Sus abuelos maternos -su abuela vive en Lima- provienen de Rumania. Su abuelo paterno, de Rusia (de ahí viene el apellido Davidovich). Su abuela paterna, de Alemania. Ella junto a sus hermanos crecieron en la capital peruana, donde estudió en el colegio hebreo y luego en la Universidad del Pacífico. Pero el conflictivo clima político de fines de los años ochenta -marcados por Sendero Luminoso y la crisis económica-, la empujaron a emigrar a Israel con 19 años, donde entre 1989 y 1990 cursó segundo año de Economía. La Guerra del Golfo Pérsico, sin embargo, la hicieron nuevamente tomar la decisión de partir. Luego de un breve retorno a Lima, se enteró de la existencia de una beca del gobierno americano que le permitía estudiar en la Universidad Católica de Chile, por lo que sin conocer a nadie aterrizó en Santiago en 1991. En dicha casa de estudios, donde se licenció en Economía y realizó un magíster en Economía Aplicada, fue contemporánea a economistas como Andrea Tokman o Macarena García. Fue en la universidad, a su vez, donde conoció a sus tres maestros: Vittorio Corbo -del que fue asistente de investigación en 1993-, Francisco Rosende y Fontaine. 

Con magíster en Derecho de los Negocios en la UAI, Davidovich profesionalmente tiene menos relación con los papers y la academia que con la acción y la ejecución. Luego de un paso breve por el mundo universitario, en 1996 ingresó a Fontaine y Paul Consultores, donde por casi 14 años se dedicó sobre todo a asesorías macroeconómicas a empresas. Fue el período en que el que se transformó en una colaboradora central de Fontaine, que en 2010 fue convocado por Sebastián Piñera para asumir como ministro de Economía en su primer gobierno. Davidovich -que por años había logrado trabajar part-time en la consultora- fue convocada por el secretario de Estado para asumir como su jefa de gabinete. Aunque representaba un cambio total de vida laboral -a un ritmo de 24/7-, la economista aceptó el desafío del trabajo público.

Sin militancia, en lo económico se ha definido como “muy liberal”, por lo que técnicamente está asociada a la perspectiva de un gobierno de centroderecha. En medio de un buen momento económico para Chile, fueron 16 meses en que le tocó coordinar la Agenda de Impulso Competitivo, dedicada a identificar trabas y recomendar reformas microeconómicas para competir mejor en los sectores productivos. 

El cambio de gabinete del 18 de julio de 2011 que selló la salida de Fontaine de Economía fue un momento duro para Davidovich, que decidió irse con el ministro, aunque su reemplazante Pablo Longueira le ofreció mantenerse en el cargo. Regresó en agosto a la cartera, pero como directora ejecutiva de la Oficina de Competitividad, porque le interesaba de sobremanera continuar con el trabajo de la Agenda de Impulso Competitivo. Luego de dos años de trabajo en Economía, en agosto de 2013 fue llamada a integrar el Segundo Piso de La Moneda como asesora de la Presidencia en temas de competitividad. Fue el tiempo en que trabajó con Gonzalo Blumel y Carolina Fuensalida y donde se enfocó en temas como la competencia de los medios de pago y Transbank, entre otros asuntos. Ahí estuvo hasta el mismo 11 de marzo de 2014, el último día de mandato de Piñera.

En los cuatro años del segundo Gobierno de Bachelet, Davidovich fue convocada por Alberto Salas, entonces presidente de la CPC, para ayudarlo en asuntos de competitividad, el sello que quería imprimir el empresario a su mandato. El desafío consistía en identificar las trabas y, desde el sector privado, colaborar a disolverlas. Con el diagnóstico de que la productividad dejó de ser uno de los motores del crecimiento, se formó una comisión -cuya directora ejecutiva fue Davidovich- para plantear diagnósticos y propuestas con una visión de largo plazo. Convocaron a 100 personas para trabajar en nueve mesas técnicas, de las que surgieron 109 ideas. Fue una iniciativa transversal en la que participó gente como Jorge Marshall, Álvaro Fischer o Edgardo Larraín. 

Davidovich, que llegó a Chile empujada por Saddam Hussein -como algunos cercanos le dicen medio en broma-, fue colaboradora del programa económico del segundo gobierno de Piñera, junto a Rodrigo Vergara, Felipe Larraín y el propio Fontaine, que naturalmente la convocó a integrar su equipo cuando fue nombrado en el MOP, pero en esta ocasión como jefa de asesores. La economista pasó todo el verano de 2018 leyendo sobre concesiones y lo acompañó en la nueva misión gubernamental. En junio pasado estaba de vacaciones en NYC, cuando el ministro la llamó por teléfono para darle la noticia: regresaban a Economía. Desde entonces -hace un mes-, la mano derecha del ministro empuja una gestión marcada por vientos menos buenos que los del primer gobierno de Piñera.

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