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Rodrigo Aravena

Aranceles: riesgos de una recesión que puede ser muy distinta

RODRIGO ARAVENA GONZÁLEZ Economista Jefe, Banco de Chile

Por: Rodrigo Aravena

Publicado: Lunes 21 de abril de 2025 a las 04:03 hrs.

Rodrigo Aravena

Rodrigo Aravena

Las medidas arancelarias adoptadas por EEUU han estado lejos de pasar inadvertidas. Si bien resultaba esperable la aplicación de políticas en esta dirección, es indudable que tanto la magnitud como la forma en su implementación han sorprendido transversalmente. Como ha sido tradicional en situaciones de este tipo, los ajustes de los mercados financieros han sido materiales, con movimientos cuya magnitud han sido observados en momentos previos a diversas crisis. Sin embargo, hay diversas razones que permitirían plantear que, si se materializa un cuadro recesivo global, tendría alcances muy distintos a los que hemos presenciado en la historia más reciente.

“En caso de que se mantengan las tensiones arancelarias, la menor capacidad de expansión económica nos dejará creciendo por debajo de 2% por un tiempo no menor. Con ello, no queda otro camino que trabajar en reconstruir fundamentos”.“En caso de que se mantengan las tensiones arancelarias, la menor capacidad de expansión económica nos dejará creciendo por debajo de 2% por un tiempo no menor. Con ello, no queda otro camino que trabajar en reconstruir fundamentos”.

Para partir, es fundamental reconocer la ausencia de episodios comparables que puedan servir como referencia a la hora de dimensionar impactos y/o cuantificar potenciales efectos. Es más, el aumento de aranceles anunciado por EEUU, de materializarse y sostenerse por algún tiempo, llevaría a un arancel efectivo que solo se compararía con aquellos aplicados en 1930 (tras la implementación de la Ley Smoot-Hawley), cuando se gravaron más de 20.000 productos con tasas que incluso superaban el 50%. Bien sabemos que las consecuencias no solo fueron desastrosas en materia económica, sino que también contribuyeron a tensiones entre diversas naciones. Una fuente adicional de incertidumbre es reconocer que las tarifas no se están utilizando solamente con fines tradicionales (como sería, por ejemplo, el apoyo transitorio a una industria naciente), sino que han sido referidas como parte de una estrategia con componentes discrecionales y objetivos que transcienden el perímetro económico tradicional. Como si ello fuera poco, estaríamos ante una recesión causada por una acción de política económica y no por un shock externo, como fue la pandemia en 2020 o la caída de algunos bancos en 2007 y 2008. Estas razones, junto a otras, explican el hecho de que, también de forma inédita, el dólar se haya depreciado multilateralmente, sugiriendo que la moneda no estaría siendo el refugio de inversionistas que solía ser en crisis previas.

Nuestro país, que se caracteriza por ser pequeño y altamente integrado al comercio internacional, sin duda que resentirá los efectos de este deterioro global. Más allá de la discusión sobre si somos más o menos afectados que otras economías emergentes, no debemos tener dudas de que un menor dinamismo externo es una muy mala noticia para Chile. Esto nos obligará a enfrentar una serie de desafíos, que serán aún mayores al considerar el deterioro que han presentado algunos fundamentos los últimos años. Entre ellos, tal como he destacado en columnas previas, no puedo dejar de mencionar las consecuencias del deterioro fiscal y el hecho de que, tras la ampliación del déficit en 2024, quedamos con una deuda muy cerca del nivel considerado como prudente y prácticamente sin fondos soberanos. Asimismo, la menor capacidad de crecimiento nos dejará, en caso de que se mantengan las tensiones arancelarias, creciendo por debajo de 2% por un tiempo no menor. Con todo ello, no queda otro camino que trabajar en reconstruir fundamentos, lo que requiere una amplia batería de medidas, que van desde mejorar procesos de inversión hasta reformar aspectos del sistema político. Hoy simplemente no existen razones para seguir posponiendo la urgencia de crecer.

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