Rodrigo Valdés: “2024 es un año con muchos desafíos, pero hay uno general: el mundo tiene un crecimiento potencial menor al del pasado”
El director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI tiene una mirada optimista sobre lo que podría hacer la región tras el manejo macro adoptado en medio de la pandemia. Pero, advierte, los viejos retos siguen presentes y no hay balas de plata.
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Ya son seis meses los que cumplió Rodrigo Valdés en el Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo al que volvió luego de casi 15 años, ahora al estratégico cargo de director del Departamento del Hemisferio Occidental.
“Estoy contento”, comenta -a través de la pantalla desde Washington DC- quien fuera ministro de Hacienda de la segunda administración de Michelle Bachelet.
Ha sido un período de intenso trabajo, dice el economista, considerando que su marco de acción contempla 38 países, incluidas varias islas pequeñas del Caribe. Un hecho que también destaca este doctor del MIT es que las reuniones anuales del fondo en octubre se desarrollaron en África por primera vez en 50 años.
Un marco donde, como lo reitera Valdés, el FMI ve una recuperación dispareja entre países, con un crecimiento mundial que pasará del 3,5% de 2022 a 3% este año y 2,9% el siguiente. En el caso de Chile, prevén una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) de 0,5% para 2023 y un repunte de 1,6% en 2024, en cicunstancias que América Latina mostrará un ritmo de 2,3% en ambos períodos.
“Si uno ve Latinoamérica, el crecimiento potencial es del orden de 2,5%, y ese número es mucho más bajo que el de otras economías emergentes, que están entre 4% y 5%”.
- ¿Cómo debemos entender el 2024 en materia económica?
- 2024 es un año con muchos desafíos, distintos según los países, pero hay uno general más allá de la macroeconomía de corto plazo y es que el mundo, excepto unas pocas excepciones, tiene un crecimiento potencial o de largo plazo menor a lo que teníamos en el pasado.
Esto se aprecia también en que los países están hoy bastante por debajo respecto de las proyecciones para 2023 realizadas antes del Covid-19. Hay lo que llamamos cicatrices producidas por los últimos shocks que ha sufrido el mundo, que también hay que trabajar.
- ¿Cómo se conjuga esto con lo que está pasando en A. Latina? La región sigue creciendo por debajo del mundo.
- La región tiene evidentemente ese desafío del menor crecimiento potencial. Y también tiene dos caras: una, es la de algunos países con desafíos macroeconómicos de estabilización de corto plazo súper fuertes. Pero la otra cara es una serie de países que han logrado tener un manejo macroeconómico mejor que en el pasado.
Las metas de inflación, con la flexibilidad cambiaria, con reglas fiscales, produjo en los últimos años reacciones de política que debieran ser motivo de orgullo en la región. Fueron medidas tomadas a tiempo y en magnitudes correctas.
Pero eso no quita que tengamos desafíos enormes, tanto en crecimiento potencial como en temas de inclusión, que siguen ahí y que requieren atención.
- ¿Pero estamos en una década perdida para América Latina en materia de crecimiento?
- Más que hablar de década perdida, tenemos demasiado tiempo este problema de crecimiento estructural bajo. Es un desafío viejo y que esperamos que se pueda abordar. Si uno ve Latinoamérica, el crecimiento potencial es del orden de 2,5%, y ese número es mucho más bajo que el de otras economías emergentes, que están entre 4% y 5%, y es demasiado cercano al crecimiento potencial de algunos países desarrollados. Entonces, esto hace muy difícil el poder alcanzar o converger a los niveles de vida que tienen esos países.
- ¿Y ahí la receta es la misma que han logrado esos países con un mayor crecimiento potencial?
- Ojalá fuera una receta fácil. Lamentablemente, hay cosas que sabemos que son necesarias, pero no son suficientes. La estabilidad macroeconómica es una, por ejemplo. Pero, lamentablemente, no hay una bala de plata. Sí hay reformas que se pueden hacer y que son muy importantes para la región.
- ¿Como cuáles?
- Una, que en nuestro último reporte del Hemisferio Occidental analizamos con bastante detalle el potencial que tiene el comercio internacional.
La región comercia mucho menos de lo que podría hacerlo, más allá de que algunos países estén lejos de los centros de consumo y de que tengamos dotaciones de recursos naturales parecidos. Igual comerciamos entre nosotros menos de lo que deberíamos. Y si uno se mete en eso, descubre que en temas de logística y de eficiencia para poder transportar estamos muy atrasados. Eso explica buena parte de nuestro bajo desempeño.
Hay otros temas. Sin duda un gran desafío es cómo aprovechar la transición energética en la que está el mundo. Varios países tienen energías limpias, varios tienen minerales que son necesarios para esta transición y el desafío está en aprovecharlo. Eso requiere reglas adecuadas para la inversión, que sean claras, que sean predecibles.
Vemos que son grandes los desafíos en este ámbito y, probablemente, hay que partir con que tanto el sector público como el privado tienen espacios y es muy importante tener reglas que permitan su desarrollo.
Y, por último, hay una agenda que es antigua en nuestra región pero que no hemos logrado sortear completamente, relacionada a los temas de capital humano. Nuestros sistemas de educación, de salud, de cómo reentrenamos, todavía no funcionan con la fluidez necesaria para ayudarnos a aprovechar todas las oportunidades que los avances tecnológicos están entregando.
- ¿Cómo está enfrentando América Latina dos fenómenos que podrían afectar la resolución de esos desafíos: la seguridad y el regreso de los populismos a la región? Esto podría tener efectos de primer orden en materia macroeconómica.
- Primero, como decía, el tema macroeconómico se ha manejado mejor de lo habitual en la región (...) Ya no son solo Colombia, México, Brasil, Chile y Perú, sino que se empiezan a agregar varios otros, como Paraguay y Uruguay, en Centroamérica Costa Rica, la República Dominicana en el Caribe.
Respecto de la seguridad, es un tema que estamos tomando en el departamento como algo muy serio, por dos razones. Una, porque es prioritario en la ciudadanía y pensamos que en el Fondo Monetario no podemos estar ajenos a ello. Y esto no es solo Chile o un país en particular, esto se aprecia a través de prácticamente todos los países.
Y, la segunda razón, es que mientras más investigamos, más encontramos evidencia de que la inseguridad tiene un efecto macroeconómico “crítico”. Eso es, efectos macro relevantes en el crecimiento y en la inversión.
- ¿Han medido ese efecto?
- Sí, en nuestro último reporte hay una sección que tiene números respecto de esto (…) Las estimaciones sugieren que el aumento de las tasas de homicidio desde 2010 en la región podrían disminuir el crecimiento en cerca de 0,3% anual. El mecanismo es tanto un menor crecimiento de la productividad como menor inversión. Y también hace aumentar el gasto en seguridad en montos significativos.
- ¿Y en cuanto al populismo?
- El populismo tiene muchas vertientes y muchas definiciones, así que preferiría dejarlo un poco más de lado.
Sí quiero volver a poner la vista en que un creciente número de países ha tenido una reacción macroeconómica mucho mejor que en el pasado y bastante de frontera cuando uno compara con el resto del mundo.
- ¿Eso le hace ser optimista de que se aprendió la lección en América Latina?
- Me hace ser optimista, sí, porque cuando un país maneja la macroeconomía mejor, puede levantar la vista y ver los otros temas. Cuando la macroeconomía está mal, como decía antes, consume toda la energía. Latinoamérica ha ido adaptándose y buscando alternativas que le funcionen.
Más que lecciones, hemos estado en la frontera de ir adaptando la institucionalidad macroeconómica para tener países más resilientes a los shocks, países que básicamente pasamos de aumentar el efecto de los shocks a moderarlos un poco. Los shocks no van a desaparecer, pero el mínimo es no hacer que las cosas estén peor después de que uno sufre.
“Hay que avanzar rápido”
- ¿La seguridad puede ser un factor que explique el por qué Chile está creciendo tan poco en los últimos años? Al margen evidentemente de la pandemia.
- Primero, tengo que respetar una práctica que es bien asentada en el Fondo Monetario, que es que uno no habla de los detalles de sus países. Así que preferiría contestar esto muy en general.
Respecto del ciclo económico en Chile, puedo decir un par de cosas. Una, que la desaceleración era necesaria después de los desequilibrios macroeconómicos que se produjeron con las políticas que se decidieron post-Covid. Fueron de las políticas más expansivas que se han visto entre los países. Y retirar esas políticas y llevar a la economía a una senda sostenible requería un ajuste grande que se hizo o se está terminando de hacer.
Y el segundo tema es que, gracias a que se avanzó mucho en lo fiscal y en lo monetario, las políticas pueden ahora ajustarse a las noticias que van sucediendo. Eso es lo que vemos, por ejemplo, con las decisiones del Banco Central y con las decisiones presupuestarias.
Pero la tarea grande que se hizo para combatir los desequilibrios macro e inflación son evidentemente un gran logro.
- ¿La transición verde puede realmente cambiar el escenario para Chile y otros países de la región hacia adelante?
- Aquí no hay balas de plata y, por lo tanto, un país no va a ser desarrollado porque tiene un mineral particular, pero sí son oportunidades que no tienen otros. Es el caso del cobre, del cobalto, del litio, que tienen gran demanda en el mundo, y que hay que aprovecharlo. Creo que se le está poniendo más sentido de urgencia a estos temas, pero hay que llegar a la línea de meta.
- ¿No quedarse tanto en el debate público-privado?
- Hay que avanzar rápido porque me temo que las oportunidades pueden no estar para siempre tampoco.
Argentina: “El Fondo Monetario va a trabajar con la próxima administración”
- ¿Cómo ve la posibilidad de que sea un Gobierno de Argentina, tanto de Massa o de Milei? Usted ha recibido críticas a propósito de las negociaciones que han sostenido.
- Nosotros no comentamos sobre las políticas domésticas de nuestros países miembros. Lo importante es que el Fondo Monetario va a trabajar con la próxima administración, y está siempre disponible para constructivamente buscar una manera de ayudar a los países.
- En el caso de Massa, por ejemplo, ustedes ya llevan un trabajo hecho. Eso facilita un poco las cosas. ¿O no es tan así?
- A mí me tocó ser parte del equipo que negoció la revisión del programa que existe con Argentina en estos momentos. Completamos la quinta y sexta revisión combinada del programa en agosto pasado, así que hemos tenido con los equipos de Gobierno una interacción bien intensa en los últimos meses. Pero también hemos tenido conversaciones con los equipos de Milei para entender mejor también cuáles son sus planes.
- ¿Qué percepción les han dejado esas conversaciones?
- A estas alturas las conversaciones son más de escuchar, porque queremos entender cuáles son sus ideas. Necesitamos autoridades de contraparte para empezar a reflexionar conjuntamente para avanzar. Hasta ahora, son más bien conversaciones en que exploramos cuáles son los planes que tiene cada uno.
- ¿Y cómo ha sido todo ese proceso? Porque uno mira a Argentina como uno de esos países en constantes crisis y en cesación de pagos, que han tenido relaciones tormentosas con el FMI.
- Muchos países en el mundo tienen desafíos macro grandes, así que para el Fondo Monetario no es una cuestión tan extraña el que haya inflación alta, pocas reservas internacionales, y la situación fiscal se vea muy desafiante.
El Fondo está bien equipado y tiene mucha experiencia, con equipos que han pasado por una variedad de programas de distinta índole. Solo quiero recordar que Chile tuvo un programa muy exitoso con el Fondo Monetario entre el año ‘85 y el año ‘89.