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Columnistas

Gobernanza en innovación: cómo pasar del caos a la estrategia

CAMILA MOHR Gerenta General y Socia de Innspiral

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 15 de abril de 2025 a las 04:02 hrs.

En un mundo donde las ideas disruptivas están marcando a casi todas las industrias, la capacidad de innovar y reinventarse define qué empresas finalmente lideran y cuáles quedan rezagadas en el camino. Muchas organizaciones tropiezan, no por falta de ideas, sino porque carecen de un sistema que las transforme en resultados concretos. La innovación sin estructura se vuelve efímera, un ejercicio simbólico que difícilmente impacta en el negocio.

Para que la innovación genere un valor real para las organizaciones, debe estar respaldada por una gobernanza sólida. Esto significa definir quién toma las decisiones, cómo se asignan los recursos y qué mecanismos garantizan que las iniciativas proactivas no se queden en simples experimentos. Sin una estructura clara, la innovación queda atrapada en esfuerzos aislados, sin escalabilidad ni alineación con la estrategia corporativa.

“Sin una estructura clara, la innovación queda atrapada en esfuerzos aislados, sin escalabilidad ni alineación con la estrategia corporativa”.

Una gobernanza efectiva opera en tres niveles. Primero, el estratégico, donde la alta dirección establece una visión clara y un comité de innovación define prioridades y presupuestos. Segundo, el nivel táctico, donde equipos especializados gestionan el portafolio de proyectos, asegurando su viabilidad y alineación con el negocio. Y tercero, el nivel operativo, donde metodologías ágiles permiten probar, ajustar y escalar soluciones de forma eficiente.

Muchas empresas caen en el error de improvisar la innovación, confiando en la creatividad espontánea sin proporcionar estructuras que la sostengan. Esto provoca tres problemas: la falta de claridad en prioridades, la dificultad para escalar iniciativas y la desconexión con la estrategia corporativa. Sin un marco de gobernanza, la innovación se dispersa, los proyectos se quedan en fase piloto y el impacto en los resultados es mínimo.

Las compañías que han logrado estructurar su innovación han desarrollado modelos híbridos, combinando claridad estructural con flexibilidad operativa. Un ejemplo es Sodimac, empresa que implementó comités de innovación por unidad de negocio. Con ello, logró coordinar esfuerzos, acelerar la adopción de nuevas tecnologías y evitar que la innovación quedara atrapada en un área sin capacidad de ejecución. Qué decir de aquellas compañías líderes en innovación en el mercado que han profundizado precisamente este valor en su gobernanza, con resultados valorados en el mercado.

El desafío para los líderes empresariales es claro: gestionar la innovación con la misma rigurosidad que cualquier otra función crítica del negocio. ¿Existe en su organización un marco definido para dirigir la innovación? ¿Se han establecido roles y procesos que aseguren su continuidad? ¿Se mide su impacto con indicadores claros?

Innovar no es solo generar ideas; es convertirlas en ventajas competitivas. En un entorno de cambio constante, la diferencia entre el caos y el éxito radica en la capacidad de estructurar la innovación para que genere valor real.

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