Economía en descenso, pero con exceso de demanda
ALFREDO COUTIÑO Director para América Latina en Moody’s Analytics
La economía chilena redujo su velocidad en el tercer trimestre hacia un ritmo más acorde con su capacidad productiva. Los servicios fueron el principal motor del crecimiento, impulsados por una demanda interna sin freno monetario, dado que la tasa de interés de política monetaria se mantuvo en territorio neutral. Dada la limitada capacidad productiva de la economía, el exceso de demanda se acomodó más en importaciones que en precios. Chile precisa reducir el exceso de demanda para desactivar los desequilibrios internos y externos.
La economía finalmente se moderó en el tercer trimestre tras una expansión en la primera mitad del año. El PIB registró un crecimiento anual de 1.6% en el tercer trimestre, luego de un aumento de 3.3% en el trimestre anterior y de 2% un año antes. El PIB desestacionalizado mostró una caída trimestral de 0.1%, y creció 1.9% a tasa anual.
“Dada la limitada capacidad productiva de la economía, el exceso de demanda se acomodó más en importaciones que en precios. Chile precisa reducir el exceso de demanda para desactivar los desequilibrios internos y externos”.
En lo interno, la demanda se mantuvo sólida, impulsada por condiciones monetarias acomodaticias. El retiro del freno monetario desde finales del año pasado, cuando el Banco Central situó las condiciones monetarias en terreno neutral, continuó mejorando el costo y la disponibilidad del crédito. Por lo que la demanda se expandió a una velocidad superior al potencial productivo, ampliando con ello el exceso de demanda a un 4.6% del PIB desde un 2.4% a finales del 2024. Este retiro del freno monetario explica en parte la aceleración del consumo de los hogares observada en la primera mitad del año, la cual continuó en el tercer trimestre.
Otro factor detrás del aumento del consumo en el año es el gasto adicional generado por el ciclo político, a través del financiamiento público y privado tanto para preparar el proceso electoral como para las campañas políticas. En particular, la creación de empleos temporales como resultado de las elecciones suele brindar un impulso adicional al gasto en consumo durante los trimestres previos a las elecciones generales. Todo esto es positivo para la economía, pero es un evento transitorio y de corta duración. Lo negativo es que ese gasto adicional amplió el exceso de demanda que ya existía en la primera mitad del año, con posibles repercusiones sobre la inflación y las importaciones.
Los sectores productivos operan a su capacidad, la cual aún se encuentra limitada, y ello representa un riesgo, dado que la demanda interna opera con un ajuste incompleto, lo cual tiene implicaciones tanto para el balance interno como el externo. En lo interno, aunque la inflación general y la subyacente han mostrado recientemente descensos significativos, esto podría ser solo un fenómeno transitorio, ya que en gran medida se explica por la desinflación en los precios transables generada por la revaluación del peso. En lo externo, la fortaleza del peso provocará que el exceso de demanda se acomode más en importaciones y menos en precios, lo que deteriorará más el desequilibrio externo real. Por el contrario, si el peso se deprecia, el exceso de demanda encontrará acomodo en la inflación subyacente. Bajo estas circunstancias, aumenta el riesgo de que el retiro prematuro del freno monetario se revierta, ante la amenaza de un desequilibrio desestabilizador.
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