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María Pía Aqueveque

Space-Backed Financial Instruments: de los satélites al mercado

MARÍA PÍA AQUEVEQUE Directora de empresas, experta internacional en activos digitales

Por: María Pía Aqueveque

Publicado: Jueves 27 de noviembre de 2025 a las 04:02 hrs.

María Pía Aqueveque

María Pía Aqueveque

Durante décadas, los satélites fueron infraestructura estratégica: costosa, estatal, silenciosa. Hoy, ese paradigma se está desmoronando. Ya está sucediendo: el espacio empieza a generar valor económico directo, y los datos orbitales dejan de ser un insumo técnico para convertirse en colateral, flujos y activos negociables. Así nace una nueva categoría financiera: los Space-Backed Financial Instruments.

El primer ejemplo claro es el auge de los derivados climáticos sustentados en observación satelital. Fondos agrícolas, energéticos y logísticos utilizan datos orbitales para modelar sequías, heladas o biomasa con una precisión imposible hace una década. Estos contratos ya existen, pero la revolución comienza cuando estos mismos flujos se tokenizan, convirtiéndose en unidades estandarizadas, fraccionables y líquidas. Los mercados pasan de comprar productos derivados a adquirir tokens respaldados por señales orbitales verificadas.

“En un sistema donde máquinas transan con máquinas, el dato orbital tokenizado se vuelve un insumo premium”.

También crecen los seguros paramétricos activados por satélite, especialmente en regiones vulnerables. Pagos automáticos —basados en imágenes o espectrometría— reducen litigios y aceleran compensaciones. Con la tokenización, estos riesgos se vuelven activos transferibles, permitiendo que aseguradoras y fondos cedan o adquieran exposición en tiempo real. El presente ya es operativo; el potencial es un mercado global de riesgo dinámico.

A esto se suman los bonos de infraestructura orbital, respaldados por los flujos de satélites dedicados a conectividad, imágenes o IoT. Hoy se negocian de forma limitada, pero la tokenización permitirá fraccionar derechos de capacidad o ingresos en tokens de rendimiento, democratizando el acceso a activos que antes sólo pertenecían a grandes operadores.

Y emerge el concepto más disruptivo: tokens de capacidad satelital. Ancho de banda, minutos de observación o ventanas de comunicación convertidos en activos digitales. Varias compañías ya experimentan con ello; su escala está por venir.

Mientras tanto, en la Tierra, avanza un fenómeno complementario. Ya operan plataformas que permiten transacciones autónomas entre dispositivos IoT y agentes de inteligencia artificial, funcionando como mercados de datos donde los dispositivos publican telemetría a cambio de tokens por compartirla de manera segura. Este modelo —máquinas comprando y vendiendo datos entre sí— se está convirtiendo en un embrión de economía automatizada basada en activos digitales verificables.

Y aquí surge la convergencia clave: los satélites no sólo observan la Tierra; generan los datos que alimentarán estos mercados autónomos. En un sistema donde máquinas transan con máquinas, el dato orbital tokenizado se vuelve un insumo premium. La tokenización conecta las dos capas —la terrestre y la orbital— en un mercado continuo de valor entre Tierra y espacio.

Lo visionario está en lo que viene: un sistema financiero donde el espacio actúe como jurisdicción económica propia, con activos nativos, liquidez orbital y valor generado fuera del planeta. La Tierra creó los mercados; el espacio los transformará.

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