Decisiones en vuelo

Francisco Garrido

Es uno de los imperativos del mundo en que vivimos, con altas tasas de incertidumbre en que planean nuestras empresas: si no sabemos a donde vamos, nunca sabremos si llegamos.



El sentido de dirección existe debido a nuestra humana necesidad de trazar límites concretos (en tiempo-espacio) sobre los posibles estados futuros que esperamos para nuestros proyectos (y que en general, suponemos ocurren de modo lineal). Tal dirección se convierte en un elemento orientador que guía nuestro actuar y de quienes nos acompañan. Esto funciona de esta manera no sólo porque la correcta planificación y toma de decisiones en las alturas directivas agregue valor para los accionistas: funciona porque las personas que trabajan con nosotros requieren miradas de altura (que las motiven y hagan soñar) y de largo plazo, además de que les “garanticen” una cierta estabilidad.

Estas señales de largo plazo son traducidas como un sentido de dirección por quienes nos acompañan en nuestras empresas y organizaciones. Son las señales que hacen que hacen crecer a los países al 6% y a las empresas por sobre la media de las industrias. Son las mismas que han explicado el éxito de muchos negocios que logran convocar voluntades que mientras creen que un cierto futuro es posible, lo van construyendo juntos y unidos, casi sin darse cuenta.

En esta ruta de unicidad de visión de futuro se explican los vectores de búsqueda de perfección y de encuentro de un lenguaje unificador de códigos compartidos por distintas disciplinas: es el lenguaje de la unicidad que permite crear para ver en la mente-cerebro del estratega y que posibilita el ver para creer en quienes le acompañan en este camino.

Este 2012 ha sido sin duda un año de intensos vaivenes de escenarios, con exigentes cambios en tiempo real para actores y escenas (estimulante para quienes nos interesamos por los temas estratégicos). En estas condiciones hay numerosas organizaciones y directivos (públicos y privados) que, particularmente, han debido experimentar ingentes procesos de “cambio de fuselaje en vuelo”, proceso de cambio doloroso para quienes no previeron las condiciones de antes de despegar y más doloroso aún para quienes deben tomar decisiones en vuelo.